Se precipitan los sucesos en este arranque de campaña: hay un nuevo sondeo electoral que camina por lo segado, hay conversaciones infames en el sumario del «caso Riopedre», trama corrupta del Principado, y hay una ramificación de dicha trama en la municipalidad gijonesa. Llegamos casi exhaustos a la campaña, ya que le precampaña ha sido larguísima, pero estos hechos vuelven a ponernos la hilo. El ente gubernamental Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) dice en su encuesta cosas similares al reciente sondeo promovido por el PP de Asturias: PSOE e IU no suman lo suficiente para gobernar en el Principado, pero sí podrían hacerlo el PP y el FAC. Por tanto, según lo visto últimamente, Cascos tendría la llave. ¿Cómo de grande? De siete diputados, según el CIS. Pero además de esta coincidencia, si la encuesta del PP apuntaba jubilosamente a un Gabino de Lorenzo con poco desgaste y casi blindado en la heroica y cercada ciudad de Oviedo, el del CIS atribuye esta virtualidad al PSOE asturiano, que sólo retrocedería en dos diputados con respecto a las elecciones de 2007, es decir, pasaría de 21 a 19, que es poco descalabro. Tal vez los opinantes en el sondeo perciben la diferencia que hay entre Javier Fernández, afortunadamente, y Vicente Álvarez Areces, que está a punto de irse a casa de rositas, esto es, sin dar ni la más mínima explicación acerca de que su colaborador del alma durante lustros, Iglesias Riopedre, haya sido pillado con el carrito del helado. En efecto, las conversaciones grabadas en la «operación Marea», o «caso Riopedre», son francamente infames, cosa que afirmaríamos fuese cual fuese el resultado judicial del proceso. Son hasta tragicómicas, con Riopedre velando por proveedores concretos y por la empresa de su hijo, pero, al mismo tiempo, con dichos proveedores apretándole las clavijas al vástago del consejero para que su padre espabile. Verdaderamente vomitivo, pero he aquí que uno de esos vómitos alcanza al concejal de Hacienda del Ayuntamiento de Gijón, Santiago Martínez Argüelles, cuando de él se dice que ha de ser avisado para que allane una operación. Esto se ha puesto al rojo vivo.