La crisis, que todo lo barre, ha sepultado incluso este año a las serpientes de verano: no hay avistamientos extraterrestres, ni hallazgos arqueológicos sorprendentes ni otros tritones que los que bajaron el Sella el sábado a paladas y, como ojos del Guadiana, amanecieron hoy sobre la hierba mojada del prau del Xiringüelu. La huida del presente trágico nos conduce sin remedio al pasado, cuando las serpientes de verano eran dinosaurios de la glaciación. De un tiempo a esta parte parece que el mundo camina hacia atrás, como cangrejo, de manera que en dos años se han perdido consecuciones sociales que costaron siglos. A este paso ligero hacia el abismo, en unos cuantos meses nos vemos de cachiporra y taparrabos.