Estando de vacaciones, leo un artículo publicado en este periódico en el que se habla de unos documentos o protestas a la mar realizadas por el capitán del bergantín «Volante», gracias a las cuales se podrá completar «ahora», leemos, la biografía de Jovellanos, de Ceán Bermúdez. Al leerlo no he podido resistirme a aclarar que fui yo quien primero supo de la existencia de esos documentos, si bien yo encontré dos y el artículo habla de tres. De mi hallazgo di cuenta en una conferencia que pronuncié en el Foro Jovellanos y que fue publicada en el «Boletín Jovellanista» nº 4, año 2003, que puede consultarse en la red. En esta conferencia anunciaba una obra titulada «Tanatografía de Jovellanos», que aún permanece inédita aunque protegida por el derecho de propiedad intelectual.

En vista de que tales documentos van a ser publicados próximamente y de que, a pesar de haber sido el primero que dio noticia de ellos, no voy a ser el primero que los publique, reproduciré a continuación parte de lo que está en el «Boletín Jovellanista», para ser, al menos, el primero que diga en prensa algo de su contenido, como, por ejemplo, el nombre de los que formaban la tripulación.

Decía yo, entonces orgulloso de mi descubrimiento: «Novedades se dan en la investigación cuando aparece un documento, un objeto, una fuente nueva de información y conocimiento. Es el hallazgo. En mi obra [la Tanatografía] hay alguno, o al menos por tal lo tenemos, pero, eso sí, no se me asusten, no es de gran valor, no es una pepita de gran tamaño? pero es de oro. Porque hemos encontrado dos documentos de primerísima mano en el que se nos relata el último viaje de Jovellanos, aquel que huyendo de los franceses le llevó a Puerto de Vega, donde murió. [ ?]

»Fue el caso que llegados a Puerto de Vega, el capitán del bergantín, preocupado por la posible pérdida de la carga, levantó sendas escrituras de protesto "a la mar", para quedar a salvo de las responsabilidades por la posible pérdida tanto de las mercancías como del barco. En la primera de estas escrituras, se nos dice comparecieron a bordo del propio barco, su capitán don Juan de Sertucha, vecino de la villa de Plencia, señorío de Vizcaya, y los tripulados Juan Bautista Domingo Muniategui, Antonio de Basterra y Juan Bautista de Garivi, vecinos de dicho sitio de Vizcaya, quienes juraron por Dios Nuestro Señor y una señal de cruz que hicieron, entre otras cosas que habían salido de Gijón con cargamento de muchas personas, para seguir a la villa de Ribadeo, por causa de la invasión del enemigo francés; que a las dos leguas de mar les sobrevino un tiempo malo de este o noreste que les hizo navegar a la mar hasta el día catorce a la boca noche; que con mucha olería y bancos de mar entraron en el Puerto de Vega; y que aunque salieron el día cinco del puerto de Gijón no pudieron consignar el rumbo, manteniéndose en el mar con bordes en ella a causa de no arribar a donde los cogiesen los enemigos; etc. etc.

»En la segunda protesta, al día siguiente, se nos aclaran otros puntos más: que el barco llevaba "carga de cajas de cigarros, papeles y otros efectos de la Real Hacienda" (tal vez dinero para la continuación de la guerra, según ha visto Luis Suárez Fernández); que la orden de partida le fue dada "in voce" (tal vez por el propio amigo de Jovellanos Pedro Valdés Llanos, como administrador que era en Gijón de la Real Hacienda); y tras hacer referencia a los vientos contrarios y mareas fuertes que sufrieron, termina dando exhaustiva cuenta de las penurias del barco, la rotura de las amarras sujetas a tres bolardos, la quiebra del bauprés; el encallamiento sobre las peñas de junto a la fuente de Coborno; la insuficiencia de las dos bombas que llevaba para achicar la mucha agua que se entraba, y en fin la ayuda de mucha gente para salvar el barco y la carga».