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Francisco en China

La influencia del Papa en la apertura del país asiático

A su paso multitudinario por Seúl, el papa Francisco ha enviado un interesante mensaje a China. Aunque ya no sea la de Mao, las secuelas antireligiosas de la "revolución cultural" perpetúan el aislamiento de mil doscientos millones de seres de cualquier credo extraño al confucionismo doméstico y ancestral. De la negación de visados a los pocos cristianos que quisieron sumarse a la visita sudcoreana se infiere una política hostil a las creencias del resto del mundo, actitud poco sorprendente a la vista de las guerras de religión que aún siguen vivas en otras latitudes.

No es hoy el caso de la católica, después de haberlo sido por muchos siglos. Pero es evidente que los jerarcas chinos dosifican su gradual apertura eligiendo de la experiencia ajena lo que les conviene y evitando o reprimiendo cualquier forma de poder potencialmente conflictiva en el interior.

Pero "lo conveniente" está pasando por la exportación de miles de chinos a países libres en los que entran en contacto con sistemas políticos, ideologías y credos religiosos de toda índole. En su mayoría les mueve el propósito de regresar con medios económicos, grandes o no, pero insoñables en la masa innominada que nunca accede a las oportunidades de una élite ya formada por millones de millonarios en el seno de un estado sedicentemente comunista. Los que regresan lo hacen con elementos críticos que no tenían en la barbarie colectivista de un reino circular que, en su reacción contra el maoismo, no acierta a sustituir por auténticos guías intelectuales, culturales y espirituales a los que ahora son sus señores: los funcionarios, los policías y los "expertos" en psicología de masas.

La libertad tiene una garra insuperable y es contagiosa. Francisco ha sugerido que quiere ir a China, y su revolucionaria tenacidad hace verosímil el cumplimiento de ese deseo, si la salud le acompaña. Recordemos la conmoción mundial de la visita de Nixon a la China maoista, que en la práctica resultó inútil. Pero la férrea dictadura cerraba entonces las fronteras y no se daba la inmigración de ida y vuelta que vemos crecer exponencialmente en España y en todos los países libres. No solo retornan individuos y rentas; también ideas. Si el Papa ha lanzado el guante, es probable que tenga a la vista un estudio de "condiciones objetivas" para que su presencia no se limite a la diplomacia de despacho, como fue el caso del malhadado presidente norteamericano. Más allá de los negocios e inversiones que ahora interesan al régimen, podría ser el primer indicio de una auténtica apertura.

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