La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cien líneas

Desarme

Bueno, el lunes 19 de este mes, fiesta del Desarme, están invitados a comer por el que suscribe Graciano García, director emérito de la Fundación Princesa de Asturias y Ana Taboada, vicealcaldesa de Oviedo. Que sirvan estas líneas para la cita. Espero confirmación.

Antes de que la sangre llegue al Nora, que ya está para muy pocos trotes, vendría bien que se sentasen en Casa Ramón, en el Fontán y, ya se sabe, en ese ruedo de casas corcovadas, caducas, seniles, vencidas ya de la edad, quitarle un hervor a la disputa, con la mirada en el Cañu que, sabiduría eterna, cura soberbias como mejor guía para los entendimientos.

No sirvo para moderar ni mediar ni lo intento. He tenido momentos de exaltación fundacional, casi como los endémicos del periodista allerano y paso por tramos de crítica cenicienta como los que incuba la letrada ovetense.

En todo caso, ojo, no soy neutral. Eso jamás. Ni siquiera neutrino. Pero no estaría mal que los garbanzos con bacalao y espinacas fuesen para Chano y los callos, para Ana. O al revés. Con el tiempo del arroz con leche me conformo. Ah, pago yo.

Y como no soy neutral ni pienso inclinarme por ninguna de las dos posturas en juego ahí va lo que pienso: contra ambos, claro.

La Fundación Princesa de Asturias es muy criticable, diga lo que diga García, pero no por lo que afirma Taboada.

La Fundación debería ser una institución de primerísimo orden mundial. Y debería serlo porque puede serlo. Poder y no querer es imperdonable. No hay vida sin un aliento de ambición.

¿Qué puedo mediar si no estoy de acuerdo con ninguno de los dos contendientes? Habrá que intentarlo. ¡A ver, ese arroz con leche!

Compartir el artículo

stats