La sociedad, primero, y la crisis, después, son las causantes de que el mercado laboral de Gijón esté sufriendo un profundo cambio del que tiene que salir una ciudad mejor, metida en la modernidad y capaz de crear trabajo para que los jóvenes gijoneses no se vean obligados a irse a otras regiones españolas o a países extranjeros cuando no lo desean.

Los análisis previos a la elaboración del nuevo Plan Estratégico de Gijón 2014-2024 revelan que el sector del comercio, pese a la tremenda recesión vivida en los últimos años y que se confirma con tan sólo comprobar la cantidad de bajos cerrados tanto en el centro como en los barrios, dobla en empleo a la hostelería, que tiene por delante al metal y a la sanidad. Gijón, sencillamente, se ha convertido en una ciudad de servicios, ya que este sector significa el 76 por ciento del valor añadido bruto y concentra casi ocho de cada diez puestos de trabajo. Los datos son incuestionables y demuestran que Gijón está ante un nuevo mapa laboral que se ha ido confeccionando en los últimos años y que ofrece, como todo en la vida, ventajas e inconvenientes. El Gijón volcado en la industria es un recuerdo, cercano pero recuerdo.

El sector industrial sufre desde el año 2007, el del inicio del declive económico, una prolongada caída del empleo. El reajuste siderúrgico fue grande, aunque ahora mismo se está viviendo una estabilización que coincide con un repunte de la actividad del naval. El energético es otro sector que sufre una ralentización que tiene su ejemplo más palmario en la paralizada regasificadora de El Musel, instalación que, de entrar en servicio, se considera clave para la dinamización del puerto gijonés y del propio sector.

La pérdida de empleo ha significado una sangría en la construcción, que intenta resistir a base de la rehabilitación de edificios (tal parece que Gijón esté en rehabilitación, a la vista de los andamios que ocupan edificios en todas las zonas) y la adaptación de los mismos a las normas que reclaman eficiencia energética. La falta de un Plan General de Ordenación añade dificultades al sector y daña, por tanto, al empleo, que fue clave en la época de bonanza o burbuja, como se prefiera denominar.

Los servicios se recuperan por la leve mejoría del sector turístico, el transporte marítimo y el comercio, que, sin embargo, no repunta como sería deseable por las circunstancias apuntadas anteriormente. La situación de los servicios se convierte en crucial para la economía local ya que el 78 por ciento de los empleos dependen de él, muy por delante de la industria, que se queda en el 14 por ciento, o de la construcción, que no llega al 6 por ciento. Los tiempos de las grandes factorías industriales han pasado a la historia; ahora priman las empresas tecnológicas con trabajadores especializados. Gijón ha virado hacia el sector servicios. Para lo bueno y para lo malo.