El gobierno de Gijón se ha quedado solo en la defensa de Nacho Carballo como director del Festival Internacional de Cine, puesto al que llegó en enero de 2012 tras la destitución de José Luis Cienfuegos, alma máter de un certamen que fue creciendo con los años en prestigio y llegó a ser considerado, a causa de su apuesta decidida por el cine independiente y transgresor, como el "Sundance español".

El desajuste económico del festival en sus dos últimas ediciones, con un sobrecoste que la oposición ha cifrado en 640.000 euros (379.000 euros en 2014 y 266.000 en 2015), ha desatado una tormenta política en el consejo de administración de Divertia, la empresa municipal de la que depende la gestión del certamen. Esta semana, tanto el PSOE como Xixón Sí Puede han pedido la destitución de Carballo, no sólo por la pésima gestión económica del FICX, sino también por la pérdida de identidad de la muestra, que si bien sigue contando con el beneplácito popular, con salas abarrotadas en la mayoría de los pases, ha visto mermada su relevancia fuera de las fronteras asturianas, al descafeinarse notoriamente la sección oficial.

Todos los grupos municipales salvo Foro reclaman un consejo de administración extraordinario para debatir sobre las cuentas del festival y su trayectoria en los tres últimos años. Cuando el actual director fue presentado como el sustituto de Cienfuegos, hoy al frente del Festival de Cine de Sevilla, el entonces concejal de Cultura, Carlos Rubiera, le exigió una "gestión rigurosa" de los recursos públicos. "Te pedimos que hagas más con menos", reclamó el edil al nuevo empleado. A la vista salta, tal como considera la oposición, que Carballo está haciendo lo contrario: menos con más. Los 800.000 euros de presupuesto de la última edición de la etapa anterior se aproximan ahora al millón a causa del desvío presupuestario. Aun así, el de Gijón sigue siendo el festival más barato de los que, con notable prestigio, se celebran en España. San Sebastián supera los 6 millones de presupuesto, Sitges cuenta con 3 millones y por encima de los 2 millones se encuentra la Seminci de Valladolid.

El festival de Gijón tiene que seguir siendo una de las referencias culturales más destacadas de esta ciudad. Compete al Ayuntamiento que se cumpla ese objetivo. Y que se haga respetando escrupulosamente el presupuesto. Si se considera que el FICX necesita una aportación mayor para recuperar el esplendor de sus mejores ediciones, dótese. Pero fiscalícese también hasta el último euro de los recientes sobrecostes y procúrese también que el gasto de dinero público sea acorde con la calidad.

Un certamen que ha llegado a ser reconocido dentro y fuera de España no puede perder la personalidad que lo situó en lo alto. Pero sobre todo no puede gastar lo que no tiene.