En efecto, la reforma de la ley electoral autonómica que se deba en la Junta General del Principado matiza los resultados que salen de las urnas quitándoles peso a los partidos grandes y dándoselo a los pequeños, al contrario de lo que sucede en la actualidad. Según ese nuevo tamiz, el PSOE perdería ahora mismo un diputado regional a favor de Foro, pero lo que nos interesa aquí no es una prueba de laboratorio con orina ya caducada -los resultados de los pasados comicios autonómicos-, sino la estimación de lo que pueda suceder en el futuro con los partidos grandes de esta región y con los pequeños. Y todavía hay algo mucho más apasionante, como ya ha quedado de manifiesto en otras ocasiones, a saber, que esta aventura reformadora ha sido inducida por algunos pequeños y secundada sólo por un grande, el PSOE. Admitimos que hablar aquí de grandes y pequeños siempre es relativo, sobre todo en cuanto a la medida de los partidos que tienen más escaños, ya que les sirve de poco o de nada para mantener el orden gubernativo en esta pequeña autonomía. Queremos decir que esto es un "pocogobierno" regional en el que la mayor parte de las cosas funciona gracias a la inercia y a los funcionarios, y que si la iniciativa de gobernar que corresponde al Gobierno es de este calibre, ya ni nos paramos en lamentar el choque de desganas que se produce en la indolente Junta General del Principado, donde a la común guerra izquierda-derecha se ha sumado la contienda intraizquierdista. Pues bien, reformen ustedes ahora la ley electoral para obtener un Parlamento regional de formaciones de tamaño mediano y verán el desastre consiguiente. Lo dicho siempre: ustedes, padre y madres de asturianos, enseñen a sus hijos e hijas a llorar cuando escuchen el himno de Asturias, porque ese es su destino fuera de esta tierra.
