La ceremonia de la confusión que rodea a uno de los proyectos más emblemáticos de Gijón, el plan de vías, vivió esta semana un nuevo capítulo al conocerse que Gijón al Norte, la sociedad que gestiona la iniciativa participada por el Ministerio de Fomento, el Principado y el Ayuntamiento de esta ciudad, no había recibido ni una sola oferta al cierre del plazo para la venta de las dos primeras parcelas con las que se pretende financiar la construcción de la futura estación intermodal.

Se trata de un nuevo varapalo para el proyecto de transformación urbana más ambicioso de esta ciudad, que sufre interminables demoras, hasta el punto de que crece entre la ciudadanía la impresión de que no podrá llevarse a cabo y quedará sepultado entre palabrería y papeles, en los cajones de las tres administraciones implicadas.

Todas las actuaciones urbanísticas de calado que dependen de la venta de suelo están condenadas actualmente al fracaso. Enterrados los tiempos de la burbuja inmobiliaria, los promotores han perdido el interés en acaparar solares a precios que están fuera de mercado. La venta del suelo liberado tras el soterramiento de las vías del tren es absolutamente necesaria para que la operación prospere, pues las plusvalías son la clave para financiar el coste de la estación que unificaría en un espacio común a los trenes de cercanías y de largo recorrido y a los autobuses de líneas regionales, nacionales e internacionales. La presencia de un Gobierno en funciones y la cercanía de unas nuevas elecciones generales no permiten pensar que en los próximos meses vaya a desatascarse una propuesta esencial para diseñar el Gijón del futuro inmediato.

La sociedad gestora pretende recaudar, por la venta de suelo, 228 millones de euros de los 421 en que está presupuestado el proyecto. Con las dos primeras parcelas entre El Humedal y el Museo del Ferrocarril puestas a la venta habría la posibilidad de recaudar unos 70 millones, pero al quedar desierta la subasta el castillo de naipes se ha venido abajo. Los promotores asturianos ya anunciaron que no es rentable para ellos una operación en época de crisis con precios de los tiempos de los últimos años del "boom" inmobiliario.

A las instituciones afectadas no les queda otro camino que rebajar el precio de los solares, lo que supondría una menor recaudación y la imposibilidad de llegar a los 228 millones de euros presupuestados. O que el Ministerio de Fomento coja el toro por los cuernos y financie con fondos estatales la construcción de la estación, al tratarse de un proyecto ferroviario que entra dentro de sus competencias. Ya obró así en otras ciudades, como Vigo y León, donde el Estado corrió con la mayor parte del coste de operaciones urbanísticas similares. Esa responsabilidad habrá que reclamarla desde Gijón al próximo Gobierno.

Esta ciudad no puede condenarse, por la falta de entendimiento entre administraciones de distinto signo político, a perpetuar una estación de tren provisional, como la de Sanz Crespo, ni una de autobuses caduca que no es más que un inhóspito apeadero indigno de la ciudad más poblada de Asturias.