La ultima conspiración, que se halla en fases preparatorias, en el seno del PP de Asturias no debería ser tenida ni temida como la única el la formación de Rajoy, pues es perfectamente conjeturable que todo el subsuelo de partido es un magma conspiratorio. Adónde vaya a parar todo ese fluido caliente es cuestión que no se conocerá hasta que no se sepa si Rajoy forma gobierno (esto, lo reconocemos, es poco decir, pues con los sondeos en la mano no se sabe cuándo este país tendrá un ejecutivo al frente, aunque los últimos barruntos suenan a una entente de tres frente a Unidos Podemos y las fuerzas nacionalistas). Es decir, que toda una cubertería de cuchillos de carne y pescado espera para darle el finiquito al expresidente o para seguir adorándole cínicamente. Por otra parte, el PP es un lugar en el que florecen dos tipos de colectivos, el uno común a toda formación política y el otro especialmente crecido entre los populares. Nos referimos, evidentemente, a los conspiradores y a los corruptos, pero sin dar por hecho que ambos grupos puedan o no interseccionar. Es decir, que puede haber un conspirador limpio de polvo y paja al lado de otro fuertemente sospechoso o incluso procesado, y puede darse también, y en toda la geografía española, el sospechoso o procesado con esperanza de librarse y de que amanezca una nueva etapa en el PP, sin Rajoy al frente. Esto parece padadójico, pues un partido en el que sólo hubo pequeños actos de limpieza genera fuertes anhelos de que se limpie al cabezalero principal de la no limpieza. Pero dicho todo esto hay que añadir que en virtud de la gran uniformidad del PP en todas partes (en cuanto a funcionamiento, sucesos internos y corrupción), Asturias está perfectamente sincronizada con todo ello.