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Fernando Granda

Cuando el deporte es peligroso

Las más populares competiciones del deporte de élite chocan estos días con el discurrir político y pueden ser víctimas del terrorismo y la incongruencia. La irracionalidad y la violencia del yihadismo es la principal causa en unos casos. En otros el origen está en la rivalidad política o de competidores y seguidores. En un mismo día los medios de comunicación llegaron a informar de varios casos que implicaban una deriva peligrosa en el deporte.

El más cercano a nosotros -aunque quizá el menos importante- fue la decisión de la delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid, Concepción Dancausa, al decretar la prohibición de la entrada de banderas catalanas con una estrella, las llamadas esteladas, en el estadio donde se iba a disputar la final de la Copa del Rey. Esta enseña la portan los partidarios del soberanismo para distinguirse de quienes ondean la señera, cuatribarrada, la senyera como se dice bandera en el idioma de Salvador Espriu, Pere Gimferrer o Joan Maragall, por ejemplo. La polémica persigue a la final de la copa del fútbol español tras los silbidos al himno nacional en los últimos años. Y medidas como la tomada por Dancausa aumentaron el riesgo de probables graves incidentes (son varios los precedentes en el entorno de ese estadio) con consecuencias imprevisibles y dolorosas.

Ese mismo día campeones del mundo de motociclismo como Jorge Lorenzo o Marc Márquez manifestaban su sorpresa al enterarse de que les habían puesto guardaespaldas durante su estancia en Italia participando en el Campeonato Mundial de Motociclismo. Su libertad de movimientos quedaba limitada y ellos rechazaban la medida. La decisión de protegerles era consecuencia del conflicto habido al final de la temporada pasada y la polémica de la patada de Valentino Rossi en las últimas curvas de la pista. Defensores de un deporte limpio y seguidores de uno y otro corredor se enzarzaron en una controversia que sigue sin cerrarse. Lorenzo y Márquez ganaron y fueron "atomatados" por los partidarios del derrotado Rossi.

También ese día los medios informaban del temor de Francia a posibles atentados durante la celebración de la Eurocopa, el Campeonato de Europa de Fútbol, o el discurrir del Tour, la carrera más importante del calendario ciclista. Los ataques perpetrados en territorio francés por extremistas islámicos son la base del recelo. Sobre todo tras la matanza en la redacción de "Charlie Hebdo" y los múltiples atentados de noviembre pasado en los distritos X y XI de París, con 137 muertos, ejecutados por el radicalismo yihadista impulsado por el "califato" o "Estado Islámico". Y las amenazas siguen hoy presentes en la vida de los franceses. Además de la violencia que practican miles de vandálicos hooligans británicos y rusos.

Y aunque el núcleo del litigio que destituyó a la presidenta brasileña, Dilma Rouseff, parecía agua pasada, manifestaciones nuevas se celebran en diferentes lugares de Brasil. Los continuos disturbios que conmueven al país amenazan las diversas competiciones de los Juegos Olímpicos a celebrar este verano. Y los JJ OO son la representación más auténtica y universal del deporte. Una actividad acosada desde dentro -corrupción institucional- y desde fuera, sobre todo en sus más altos niveles. Las dudas de Pau Gasol sobre acudir o no a los Juegos ante la amenaza del Zika y el llamamiento de 150 científicos de universidades como Harvard, Zúrich o Columbia para que se retrasen o reubiquen los JJ OO evidencian otro peligro.

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