No es cuestión baladí que a la misma hora que en Gijón una joven estrella televisiva del momento ponía a reventar de público la plaza Mayor pronunciando el pregón de apertura de la Semana Grande, otra joven también gijonesa llenaba la sala cultural de este periódico recitando versos de su segundo poemario, tras su exitosa ópera prima, galardonada con el premio "Gloria Fuertes" y aclamada por la crítica especializada. Competía la poetisa Sara Torres con Lara Álvarez, la palabra escrita contra la palabra hablada. Quien tenga ocasión de leer el texto festivo de la pregonera y los poemas/conjuros de la filóloga reconocerá, sin ánimo de ofender, que no hay color en el uso del idioma, ni en el contenido ni el continente. Sara Torres representa una voz singular y única dentro del panorama de la poesía joven actual en lengua castellana. Y no hay exagerada hipérbole en esta apreciación, subjetivísima por cierto. En una envoltura frágil y vaporosa, Torres encierra la dureza extrema del diamante. Una piedra preciosa en Gijón aún no del todo pulida, pero ya suficientemente torneada en el camino de hacerse un nombre, y una palabra, en el mundo inquietante de las letras. Recomiendo encarecidamente la lectura de "La otra genealogía" y de "Conjuros y cantos". Y ansío la próxima aparición de su primera novela como aguardo el relato futuro de su obra en grandes titulares.