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Fernando Delgado

Adolfo Barthe Aza, in memóriam

Fernando Delgado

El renacentista impulsor de los pueblos ejemplares

Adolfo Barthe Aza ha sido, sin duda, un hombre renacentista y de espíritu universal, centrado en lo local, que abarcó diversas disciplinas y materias que le permitieron desarrollarse y crecer como persona a la que vez que servía y era útil a los demás durante su prolífica y dilatada trayectoria profesional, familiar, humana, cultural y vital.

Íntegro y honesto, conciliador y trabajador de jornadas laborales maratonianas, rehuía los protagonismos y su cercanía y humildad le hacían muy accesible solapando debajo de su sencillez una gran sabiduría forjada en las enriquecedoras experiencias vividas.

Desde 1990 hasta 2016, es decir, desde el oriental San Esteban de Cuñaba, en Peñamellera Baja, hasta la occidental comarca de los Oscos, primer y último premio al Pueblo Ejemplar, Adolfo ostenta el récord de haber formado parte de los veintisiete distintos jurados que han otorgado anualmente este prestigioso galardón que convoca la Fundación Princesa de Asturias para recompensar el esfuerzo colectivo de los habitantes del medio rural que reciben con sus mejores galas a los ilustres invitados que les visitan en tan histórica fecha del último sábado de octubre. Adolfo asumió la secretaría del jurado en la edición de 1993, tarea que ejerció desde entonces con gran responsabilidad y ecuanimidad, debutando como fedatario del galardón en la concesión del premio a Grandas de Salime.

Barthe conocía en profundidad el rico y diverso paisaje y paisanaje de Asturias y valoraba con admiración los valores que encontraba en los vecinos de los pueblos de nuestro Principado.

Acompañado de su inseparable esposa Mercedes acudía cada año a la entrega del galardón y le reconocían y saludaban en todas las localidades bien por su condición de prestigioso dermatólogo o por su etapa política en los mítines que había participado por toda la geografía asturiana durante su periplo en UCD o el CDS.

Lo único que irritaba un poquitín cada año al bueno de Adolfo era cuando algún compañero del jurado se equivocaba puntualmente en alguna votación y escribía en la papeleta el número que no se correspondía con el nombre del pueblo candidato. "Mira que lo repetimos todos los años y siempre nos ocurre igual, por favor, indicar siempre el nombre del pueblo para evitar errores", comentaba moviendo la cabeza de un lado a otro.

Siempre se complementó muy bien con su presidente y amigo Francisco Rodríguez y para este humilde plumilla ha sido un verdadero placer y una gratificante experiencia haber compartido junto a Adolfo la tan noble tarea de reconocer el ejemplar trabajo colectivo que realizan los vecinos de nuestros pueblos de Asturias.

Adolfo, te echaremos mucho de menos, descansa en paz.

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