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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Senadores y sanadores

El grave problema del envejecimiento de la plantilla de médicos de la sanidad pública

En numerosas ocasiones se ha dicho que el Senado sobra, que la Cámara alta no ha cumplido con la bajeza de erigirse en el adalid de la representación territorial, y que se ha convertido en un cementerio de elefantes políticos, redil crepuscular de paquidermos hasta la época dorada de la recogida del marfil.

O sea, que sobran los senadores en una región donde faltan sanadores, a la luz de los datos que maneja la sanidad pública asturiana. Un informe oficial apunta que hasta 2025 está prevista la marcha por razón de edad de 1.300 facultativos que ejercen en Asturias, uno de cada tres de los que conforman la plantilla del Sespa.

En razón a la relevancia social de ambas profesiones, a los senadores habría que jubilarlos antes y a los sanadores, más tarde, vista la escasez de médicos en la sanidad de esta región, donde ya se anuncia que la edad de jubilación se alargará de los 65 a los 67 años.

Dicen que cuando un médico es malo se mete a político, pero el único parecido que encuentra uno entre estos dos empleados públicos es que sólo los políticos y los médicos gozan del privilegio de pasarnos factura por las malas noticias que nos dan.

Escribió Ramón y Cajal, premio Nobel y padre de la doctrina de la neurona, que las ideas no duran mucho, y que a cuenta de su fugacidad conviene hacer algo con ellas. Al hilo de este comentario, se nos ocurre una: jubilen a los senadores y destinen la pingüe soldada de sus señorías a contratar más sanadores. La salud física y mental de la ciudadanía se lo agradecerá doblemente.

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