El 1-O ya tiene ganador, por uno a cero: el secesionismo catalán, que ha conseguido viralizar la iconografía que más le interesaba, la misma que se ajusta a sus propósitos como un guante de portero a la mano dura de Ter Stegen: la sangre dibujando un río en la frente de un independentista con la camiseta rasgada. El Estado opresor impide por la fuerza el ejercicio legítimo de la expresión popular en las urnas, podría ser el titular que ha trascendido de la pantomima falsamente democrática del domingo, si se ojean las primeras planas de la prensa internacional.
El Gobierno de Rajoy ya tiene un gol en contra y a cero el marcador; un rosco como la "O" inicial de un mes de octubre que estrena hoja del calendario abrazado a la crisis política de mayor cuantía de cuantas han afectado a este país desde la intentona golpista del 23-F. Por jugar a la defensiva y no pasar, timorato, al ataque, le han colado a la muchachada de Madrid, encerrada en el vestuario de Moncloa, el primer disparo por la escuadra. Y ha sido un tiro, para mayor desgracia, de pelotas de goma.
Hay partidos que se pierden por incomparecencia. Tal es la actitud del Gobierno, que no sólo decidió no saltar al terreno de juego sino que puso el autobús de la Policía Nacional y la Guardia Civil a defender su portería, para regocijo y chanza de la mocedad del cuerpo de seguridad privada que paga la Generalitat. Este partido no se juega a puerta cerrada, o de puertas a dentro: este partido se juega fuera, es de Liga europea; así que los catalanistas parten ya con un dos en la quiniela.
