Salvo un cataclismo impensable en estos momentos, el presidente del Principado, el socialista Javier Fernández, vivió esta semana su penúltimo debate sobre el estado de la región. El próximo año, por estas fechas, encarará un pleno similar con sabor a testamento político, a pocos meses de unos comicios que ya mantendrán por entonces en febril agitación a todos los partidos. En realidad, ese excitado estado electoral no ha dejado de intoxicar las tres últimas legislaturas. Las sesiones de la Junta General de esta semana lo ratifican. Fueron el cumplimiento de un trámite con permanentes brindis al sol al que los asturianos prestan poca o ninguna atención porque no sienten que lo que allí se dialoga les incumba.

El anual Debate de Orientación Política sobre Asturias, popularmente conocido como el debate sobre el estado de la región, acaba de dejar en evidencia, en realidad, lo contrario: la desorientación política que devasta la región. Los partidos siguen entregados a sus imposturas, a los mismos asuntos viejos de siempre, con argumentos agotados en un círculo retórico impenetrable. Las sesiones, plagadas de floreo y vacua esgrima, no proporcionaron claridad sobre ninguno de los asuntos asturianos internos importantes. Ni tampoco sobre los de índole nacional determinantes, como Cataluña y la financiación autonómica. Y en realidad son pocas las cosas que diferencian a los distintos grupos. De 158 propuestas finales, 126 salieron adelante -aunque la mayoría tenga carácter de mera declaración de intenciones-, lo que significa que en el 80% de las votaciones dos o más formaciones estaban de acuerdo.

En esta ocasión, de propina, la proximidad a la inmediata negociación de las Cuentas y los señuelos deslizados al iniciar la discusión por el Presidente sirvieron al Gobierno de eficaz trampantojo. Las quince horas de porfía se parecieron más al arranque de los plenos para la discusión del Presupuesto que a un análisis profundo del devenir del Principado.

Al socialista Javier Fernández le flagelan los rivales por carecer de impulso y de capacidad de acción, pero nadie puede discutirle su carácter de político reflexivo que refulge en el pensamiento profundo. Le cuesta en cambio moverse en el detalle minucioso que le exige la oposición. Hablando del secesionismo y del modelo territorial, el Presidente se mostró especialmente cómodo, aunque sus advertencias cayeron en saco roto el mismo día en el que echaba a rodar en el Congreso, precisamente, la comisión para la reforma constitucional.

Los nacionalistas siguen a lo suyo, con un doble juego inmoral que sólo persigue un fin: imponer su idea. Como haya que calmar esas agitadas aguas con concesiones lo pagarán el resto de los españoles, porque aumentarán las desigualdades. Asturias tiene mucho que perder. Ninguna fuerza recoge el guante de definir una estrategia conjunta ante esa amenaza. Los ventrílocuos de cada grupo mueven los labios al son de las consignas nacionales o navegan en la indefinición por tacticismo.

Suele afirmarse que un Ejecutivo en minoría gobierna con el Parlamento. No se ha visto eso aquí. Este mandato ha dado poco pie a los acuerdos. La "nueva política" ocupa sitio para bloquear el juego, no para enriquecer el sistema. Cuando la cotidianidad logra colarse en la agenda suele hacerlo como pretexto para la impostura.

En la Junta, los diputados hablaron estos días de convertir en pública y gratuita la enseñanza hasta los tres años. Bienvenido cualquier progreso, aunque la propuesta fue luego rechazada. Pero nadie entró en realidad a valorar el fondo del asunto. ¿Qué otras partidas precisa sacrificar Asturias? ¿Quién va a asumir las 38 escuelas infantiles de los ayuntamientos ya existentes y su personal? ¿Acabarán los educadores convertidos en funcionarios por la puerta de atrás antes que los miles de aspirantes que acuden a las oposiciones?

Asturias no puede anclarse en una campaña electoral perpetua. Urgen las respuestas a los problemas propios y los sobrevenidos de afuera por las amenazas que hacen tambalearse Europa o dan alas al rupturismo. Emergen señales de remisión de la crisis, pero empezamos a constatar que quizá malgastamos el valor terapéutico de este revés para barrer la hojarasca. Un estudio reciente certifica que la Administración regional recupera el nivel de gasto previo a la recesión, aunque no así el de inversiones. O sea, gestionamos peor el mismo dinero. Encima, el coste de cada empleado público por habitante supera al de 2008. Menos euros productivos y cargas incrementadas, mal negocio.

El PSOE habita en la incertidumbre y el desconcierto. El margen de maniobra e implantación en la realidad de su nuevo liderazgo está por determinar. Podemos no transmite sinceridad y acude al Parlamento con un "no" bajo el brazo casi siempre. Aunque socialistas y podemistas coqueteen con la idea de entenderse sus actos denotan una dura lucha soterrada. El PP espera, con la izquierda a dentelladas, que el viento sople a favor mientras cose el roto con Foro. IU actúa como el novio despechado y Ciudadanos, unas veces para aquí y otras para allá, suspira por cabalgar en la ola que le convierta en fiel de la balanza.

Asturias necesita desesperadamente líderes de altura capaces de contar con voz propia, abandonar el regate corto y mirar con perspectiva.