La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Coord. Colectivo Escuela No Sexista de Asturias; Asociación Feminista de Asturias (AFA)

La justicia patriarcal condena a las mujeres

"Nueve años de prisión por delito continuado de abuso sexual" es la condena a "la Manada" por violar a una mujer en los sanfermines de 2016. El tribunal no aprecia agresión sexual, no hay violación.

Ira, indignación, rabia? imposible contener sentimientos agresivos, incluso violentos. Pero no tengan miedo, soy un ser humano y por ello y porque soy una mujer educada, soy capaz de controlar mis instintos. Aunque no esperen letras calmadas, serán palabras en explosión, dardos envenenados con la semilla de una injusticia que ni yo ni las mujeres de este país olvidaremos fácilmente, como tantas otras en nuestra historia.

Las fronteras de nuestros cuerpos son violentadas cada día, invisibles para el machismo descerebrado y también para el que presume de cerebro: jueces, abogados, políticos? hombres educados (en expresión de Virginia Wolf) en y por el patriarcado cuya cortedad de miras y privilegios asumidos les hacen cerrar filas en su fraternidad contra la libertad de las mujeres.

El abogado de uno de los violadores (beligerante, provocador, zafio en sus argumentos) pide respeto para su trabajo y el de "la justicia". Eso debe ser importante. Y no nuestras vidas de mujeres, nuestra libertad. Porque su trabajo y "su justicia" tienen poco que ver con el nuestro: dedicadas a sostener la vida, como Atlas a sostener la Tierra, condenadas a destinar una gran parte de nuestras energías cotidianas a mantener nuestra integridad física y nuestra dignidad. Porque aún debemos pelear porque nuestro cuerpo nos pertenezca y podamos decidir, los límites de nuestro cuerpo han sido invisibilizados y los de nuestro propio espacio vital no existen para muchos hombres, tampoco para la justicia (de ellos, que para nosotras de momento no existe): nos asesinan, nos violan, nos agreden, nos insultan, nos explotan, nos limitan? y por ello nos castigan. ¡Y se atreven a pedir que les respetemos! Para pedir respeto hay que respetar y hoy nos han violado a todas.

Tendrá que entender por qué nuestro "trabajo" (uno de los tantos que ejercemos cada día), para el que también exigimos respeto, consiste en defendernos de la única forma posible: juntas y en la calle, juntas y sin dar respiro a una justicia que nos ignora o que nos hace "víctimas culpables", una justicia que usa su androcéntrico y tuerto patrón de medir la moral para mantenernos sumisas, obedientes, contenidas, limitadas, secuestradas en la casa, presas de unas leyes androcéntricas y sujetas a la misoginia interpretativa que aún impera . Un patrón al "estilo Rousseau", en el que la libertad pertenece a los Emilios (ellos) y el servicio y la obediencia a las Sofías (ellas). O, en lenguaje patrio: la libertad, como el coñac, es cosa de hombres. Y la "dulzura" del anís se nos asigna a las mujeres?.

¡Basta ya! Que una manada de cabestros acorralen en un portal a una mujer aprovechando su estado de embriaguez, cuando nunca dijo un "sí, quiero", es decir nunca consintió voluntariamente, la agredan sexualmente (fue una violación, las mujeres no lo dudamos), le roben, graben la escena y la difundan en las redes jactándose y la dejen tirada; que tamaña ignominia se salde con una condena mínima por "abuso sexual" y no se aprecie violación, es un insulto, una provocación y una agresión a todas las mujeres. Un juicio en el que los abogados de los violadores (sí, violadores, porque quien viola es un violador, esté borracho o sereno, lo diga o no un juez) pusieron en cuestión a la víctima por su forma de vida y su actitud, es decir, por ejercer su libertad; la espiaron y grabaron vulnerando su derechos y nos insultaron una y otra vez a todas las mujeres. Un juicio que ha estado mucho más atento a no truncar la vida de cinco "jóvenes cabestros" depredadores sexuales y con antecedentes varios que a hacer justicia a una mujer joven cuya dignidad y cuerpo, cuya vida y derechos fueron pisoteados y humillados, despojada de humanidad y reducida a objeto de recreo para una panda de descerebrados. Un juicio que ha penalizado en la víctima (una mujer) el beber alcohol y/o drogarse en una fiesta y en el que la misma acción (estar de fiesta borrachos y/o drogados) en los violadores sirve como disculpa atenuante. Una justicia que no es ciega, tiene la vista torcida y no le faltan precedentes -las mujeres lo sabemos bien y lo aprendemos pronto, por eso desconfiamos-, una justicia que lo primero que se pregunta ante una mujer víctima de una violación es qué hacía a esas horas por la calle, sola, quizás "contenta", de fiesta, con qué ropa, cuánto y cómo se defendió y dónde está la sangre y las lesiones que lo demuestre (el daño a la dignidad y la integridad de las mujeres sigue sin existir en el código deontológico de la justicia masculina).

Porque sólo un SÍ es sí. Y un NO es siempre NO. Igual que inconsciente, borracha o drogada, también es siempre NO. Este debe ser el principio básico de partida en la educación para unas relaciones de respeto en igualdad entre mujeres y hombres. Un principio que debe ser inoculado en las criaturas desde la cuna, en la escuela desde el ciclo infantil y hasta la Universidad, en los medios de comunicación, en los espacios públicos, en los centros de trabajo. La sociedad debe reaccionar y los hombres que lo entiendan así y que hoy se hayan sentido tan heridos como las mujeres por esta sentencia, deben decirlo alto y claro, deben romper los hilos de una fratría que justifica y "entiende" que se agreda, viole y/o mate a miles de mujeres cada día solo porque son mujeres.

Una pelea de bar en la que termina herido levemente un guardia civil es terrorismo y se piden hasta 60 años de cárcel para el que soltó el puño? Una mujer es violada en grupo por 5 energúmenos (entre ellos un guardia civil y un militar) y con 9 añitos ya están listos. Si la hubieran matado tampoco pasaría de los 25 años la condena. Matar y violar mujeres siempre le ha salido barato a los hombres. Que, en este país, casi 100 mujeres cada año mueran asesinadas por ser mujeres a manos de hombres, que cada año violen a miles de mujeres y agredan, acosen y humillen a más miles de mujeres sólo porque son mujeres? y que hombres (muchos) y mujeres (algunas) de este país lo sigan justificando, que la sociedad no ponga el empeño debido para que no suceda y que desde la política y los gobiernos y administraciones públicas no se le dé la importancia que tiene y, sobretodo, no se movilicen los recursos necesarios para erradicar esta lacra y se castiguen adecuadamente esas conductas, sigue siendo una vergüenza. Esa situación también define a un país: eso también es el Estado Español. Una mierda machista. Incrustada en las instituciones, ejército, guardia civil, policías, profesores, médicos, justicia... En todos los ámbitos de la administración pública hay habas podridas y parece que se pone más celo en el apoyo corporativo que en la limpieza necesaria.

Violar y/o asesinar o agredir a mujeres por el solo hecho de serlo debe ser castigado también socialmente, no son delitos privados, es un acto político, público, que afecta a las estructuras sociales, por ello debe haber repudio social y penas adecuadas: es terrorismo machista, persíganlo y castíguenlo adecuadamente o la torcida justicia de este país jamás podrá mirar a los ojos a las mujeres y menos pedirnos respeto.

Compartir el artículo

stats