Villaviciosa, Ramón DÍAZ

El descarrilamiento del pasado 23 de febrero en Arobes (Parres), que provocó 13 heridos, pudo haberse evitado. La compañía FEVE, adjudicataria de la línea de vía estrecha entre Santander y Oviedo, sabía que el conductor del convoy estaba superando los límites máximos de velocidad permitidos, pero no le avisó, pese a que disponía de medios para hacerlo, según señaló ayer Ramón Llera, presidente de AFI-Sindicato Ferroviario Intersindical. Los dirigentes de este sindicato no están dispuestos a que el conductor del tren sea utilizado como «cabeza de turco» y declarado único responsable penal del accidente, «FEVE es corresponsable de lo ocurrido, porque tenía pleno conocimiento de lo que estaba ocurriendo y pudo evitar el descarrilamiento», señaló Llera.

Según AFI, la compañía ferroviaria dispone un sistema de GPS, con el que conoce en cada momento la situación y la velocidad de los trenes. El dispositivo centraliza toda la información en el puesto de mando de FEVE en El Berrón. Los conductores, además, disponen de un teléfono interno y otro móvil de empresa, por lo que pueden ser localizados en todo momento. Más aún: cada vez que un tren llega a una estación, el responsable de la misma llama por teléfono al puesto de mando de El Berrón y comunica la hora de llegada. Así que, aunque el dispositivo GPS no funcionara (en ese caso el convoy necesitaría un permiso especial para circular), FEVE sabría en cada momento si un tren circula por encima de los límites de velocidad permitidos.

El 23 de febrero, el conductor del tren que descarriló en Arobes se puso al mando del convoy en Posada de Llanes. El tren circulaba con retraso. Según las mediciones del tacógrafo, el tren avanzó hasta Arriondas superando casi siempre los límites de velocidad. En algunos puntos, incluso, el convoy circuló veinte kilómetros por encima de lo permitido. En Arriondas, el tren había recuperado seis minutos. En la curva del Taragañu, cerca de Arobes, existe una señal que indica que la velocidad máxima es de 40 kilómetros por hora. Cuando descarriló allí, el tren avanzaba a 77,565 kilómetros por hora.

FEVE sancionó al conductor y le inhabilitó para ese puesto por conducción temeraria. El empleado recurrió pero el juez de lo social le dio la razón a FEVE y confirmó la sanción: pérdida definitiva de la categoría con rebaja de sus emolumentos al tipo inmediatamente inferior. La vía social está cerrada. Restan ahora por dilucidar las vías civil y penal, en las que AFI está dispuesto a dar el do de pecho porque al trabajador no se le cargue toda la culpa y porque FEVE asuma su parte de responsabilidad.