La asignatura pendiente del socorrismo acuático es que el bañista se tome en serio su papel. Así lo reivindicó Javier Reguera, coordinador de salvamento de Gesprin y encargado de la selección de efectivos ayer en la playa de Santa Marina de Ribadesella. Había 35 aspirantes apuntados para 16 plazas, aunque no todos se presentaron.

"El salvamento acuático ha dado un salto cualitativo en relación a lo que existía antes", describió Reguera antes de pedir que en el día a día en la playa los bañistas vean al socorrista como una figura de seguridad y sigan sus indicaciones. "No pretendemos estropearle el domingo de playa a nadie".

El profesional apostó por la "cultura de seguridad en el medio natural", algo que pasa por "identificar qué riesgos hay en las playas" y al personal de salvamento como el que va a gestionar esos riesgos.

En cuanto al proceso de selección que ayer se desarrolló en el arenal riosellano, la empresa adjudicataria lo dividió en tres partes: una prueba física "pura y dura", una segunda de "habilidades técnicas y actitudes" en la que tuvieron que resolver un supuesto práctico en el mar y una tercera en la que los aspirantes debieron afrontar una situación de parada cardiorrespiratoria. Ambos son supuestos que se dan en su trabajo y los seleccionadores evaluaron el comportamiento de cada aspirante en las tres pruebas, además de realizar un análisis de los currículos. Tratan, describió Reguera, de formar "grupos de trabajo" que aúnen "actitudes y aptitudes". Procesos de selección como el de ayer sirven para elaborar una "lista general", una especie de bolsa de empleo, en la que identifican "los mejores perfiles para ir cubriendo las plazas". Valoran, apuntó el coordinador, que el aspirante tenga "ganas, uno de los factores clave, y que le guste profesión".