L. Á. VEGA

Una ovetense de 28 años, B. M. G., estuvo a punto de matar a su novio en la madrugada de ayer tras darle una puñalada en el pecho, concretamente en el hipocondrio izquierdo, a poca distancia del corazón. Los hechos se produjeron poco antes de las cuatro y veinte de la madrugada, en un piso situado en el número 50 de la calle Vázquez de Mella, en el barrio de Vallobín, a escasa distancia del piso en que fue asesinada y descuartizada María Luisa Blanco el pasado mes de junio. El apuñalado, el también ovetense D. A. A., de 39 años, no podía acercarse a la mujer por orden judicial, ya que había sido denunciado por malos tratos. Ahora está ingresado en el Hospital Central, pero en calidad de detenido, y varios agentes del Cuerpo Nacional de Policía le custodian hasta que sea dado de alta. La mujer, que ha sido detenida, pasará a disposición judicial esta mañana, según fuentes policiales.

Fue la propia mujer la que llamó a la Policía, asegurando que «su marido» había sido apuñalado. Cuando los agentes llegaron a la vivienda, un estudio situado en un noveno piso, encontraron un reguero de sangre que conducía desde el rellano de la escalera hasta el salón de la vivienda. Allí encontraron a la víctima, un joven alto, con una grave herida en el pecho.

El personal de la uvi móvil desplazado a la zona detuvo la hemorragia y condujo al hombre al Hospital Central. Aunque la herida sufrida es grave, la evolución de la víctima es satisfactoria y no se teme por su vida.

Según la Policía, la mujer habría reconocido que apuñaló al hombre, aunque los vecinos aseguran que en un principio negó haberle herido. Según varias personas residentes en el edificio, poco después de las cuatro de la mañana comenzaron a escuchar fuertes voces. «¡Hijos de puta, que mi marido se muere!», gritaba. Al mismo tiempo, la mujer aporreaba las puertas para reclamar ayuda. El historial de escándalos en la vivienda en los últimos meses hizo que nadie saliese a ayudarla. Más tarde, mientras los servicios médicos atendían al herido y se lo llevaban al Hospital, se produjo un primer interrogatorio por parte de la Policía. «Colabore. ¿Dónde está el cuchillo?», dice un vecino que escuchó a un agente. Según este testigo, la mujer no se mostró inicialmente muy colaboradora. «Yo no hice nada», asegura que oyó decir a la presunta autora del apuñalamiento. En un momento dado, la mujer debió derrumbarse ante la presión policial, puesto que empezó a gritar: «¡La mierda de la droga!», según el mismo testigo. Los agentes accedieron al patio de luces del edificio, donde, en plena noche, con linternas, buscaron el arma, presumiblemente arrojada desde la ventana del noveno.

La pareja llevaba unos seis meses en el estudio y desde su llegada todo habían sido problemas. Uno de los vecinos había pedido incluso al presidente de la comunidad que adoptase medidas para frenar los escándalos, que se producían invariablemente hacia las tres o las cuatro de la mañana. «Yo pegaba en el techo con el paraguas para que se callasen y me contestaban con insultos», aseguró el hombre.

Los vecinos añaden que la víctima había golpeado a la mujer en varias ocasiones, y que ésta le había echado de casa. Según la Policía, pesaba sobre el hombre una orden de alejamiento respecto a la mujer, por malos tratos, pero todo indica que la pareja seguía viviendo en el mismo domicilio. «Anteayer les vi juntos», aseguró un vecino. «Ella parecía estar más sana, pero él tenía aspecto de "colgado", empezaba a estar muy "amoratadón"», aseguró una vecina.