Javier NEIRA

Carlos Escudero Liébana nació en Mieres hace 31 años, estudió en el Liceo Mierense y en el Instituto Bernaldo de Quirós, se licenció en Física por la Universidad de Oviedo en 2000 y, tras pasar por los mejores centros superiores del mundo, acaba de recibir el premio «i-MATH en India», que le permitirá asistir en agosto, en Hyderabad, al Congreso internacional de matemáticas. En Asturias apenas es conocido, aunque figura entre los matemáticos jóvenes más destacados de España.

-Primero se licenció por Oviedo ¿y después?

-En Madrid fui profesor ayudante en la UNED y posteriormente estuve en la Universidad de California, en San Diego.

-¿Sobre qué hizo la tesis?

-En mecánica estadística.

-Suena a Heisenberg.

-Sí, son esos mismos modelos básicos.

-¿Y qué más?

-En California estuve en el Instituto para la Ciencia No Lineal.

-Pero a estas alturas ¿no es todo no lineal?

-Pues sí, pero ese instituto tenía ya su tiempo, de ahí la denominación. Todo lo que es real es no lineal prácticamente. Posteriormente estuve en el departamento de matemáticas de la Universidad de Oxford dos años.

-¿Qué investigaba?

-Trabajé, colaborando con la Universidad de Princeton, donde también estuve, en un asunto que salió bastante en los medios: movimientos colectivos de animales. En concreto, las langostas del desierto. Es un problema de zoología y de mecánica estadística. Se alinean según sistemas matemáticos.

-¿Quién dirige esos procesos, que son y no son caóticos?

-Hay muchos factores actuando a muchos niveles. Las langostas son caníbales y eso fuerza la alienación, porque si alguna se desvía o para puede ser devorada por las que vienen detrás. Nosotros, como matemáticos, vimos que cuando el grupo pierde coherencia se mueve de forma más aleatoria y eso hace que recupere la coherencia más rápido.

-Paradójico.

-Cierto, es contra intuitivo, pero sale limpiamente en las matemáticas.

-Tras Oxford...

-Al Instituto de Ciencia Matemática del CSIC, en Madrid, donde llevo poco más de dos años.

-¿Qué hace?

-Sigo dos líneas de investigación. Continuo con Oxford y Princeton y trabajo también sobre fractales dinámicos, unas superficies o formas en el espacio con geometría complicada y dimensiones que no son enteras, no son ni uno, dos o tres, sino, por ejemplo, 2,47.

-¡Dimensiones fraccionarias!

-Es apasionante. Esos fractales explican procesos de morfogénesis.

-Y le han dado un premio.

-Es el cuarto que me dan. El premio «i-MATH en India» que acabo de recibir me permitirá asistir este verano al Congreso mundial de matemáticas que se celebrará en la India, un viaje caro. Es la cita internacional más importante. Gracias a esa ayuda iremos diez galardonados jóvenes.

-¿Físico o matemático?

-Trabajo en la frontera entre las dos. La física es experimental y las matemáticas, formales. Pero la física es la ciencia experimental más matematizada. Las teorías físicas modernas son muy matemáticas.

-Bueno, Einstein hacía experimentos mentales, vaya audacia.

-Cierto, pero tenía una visión superior. Yo no me atrevería a eso. También Galileo, muchos experimentos del plano inclinado no los realizó, los imaginó. El rigor matemático es reciente. Uno de los más grandes matemáticos de la historia, Euler, hacía computaciones poco rigurosas. No todo lo que decía estaba probado. El rigor es del siglo XX.

-Hasta que Gödel echó abajo todo al demostrar que el rigor es limitado.

-Claro, lo que se puede conseguir con rigor es limitado, el teorema de incompletitud de Gödel puso un límite a los matemáticos.

-¿Qué maestros recuerda de la Facultad de Oviedo?

-Entre otros, Joaquín Díaz Alonso, que me dio clase de relatividad y teoría de campos; Jaime Ferrer, de estado sólido, y Andrés Viña, de geometría. Los tres con gran nivel.

-¿Cuál es el nivel de la física y de las matemáticas en España?

-Enorme. Por ejemplo, yo estoy en la Universidad Autónoma de Madrid en el mismo departamento que el ovetense Juan Luis Vázquez, una figura internacional. No tenemos nada que envidiar a California, Oxford o Princeton, estamos a ese nivel. Y qué decir de Ireneo Peral o Fernando Soria, también de altísimo nivel. Nos falta, eso sí, masa crítica. En EE UU, por ejemplo, en un sitio perdido en Iowa, donde sólo hay cuatro amigos en sus granjas, te puedes encontrar una Universidad que tiene tres matemáticos buenísimos. Parece increíble, pero es así.