J. N.

La fiesta de la mártir Santa Eulalia de Mérida, patrona de la diócesis de Oviedo, contó ayer con un prólogo: la toma de posesión de Benito Gallego como deán del cabildo de la Catedral.

En el coro de la basílica y con gran solemnidad, el nuevo deán realizó la preceptiva profesión de fe y después repaso su vinculación al cabildo para concluir que al ser nombrado deán pensó «qué faena me han hecho», reflexión que redondeó diciendo que el nuevo cargo era un «honor y una faena».

Entre bromas y veras, el arzobispo Jesús Sanz afirmó, en su turno, que sólo le «aceptaba hablar de faena si lo decía en el lenguaje taurino: una faena de un maestro, una faena de quien se afana» en su labor. Concluyó diciendo: «señor deán, maestro, ¡a la faena! Que Dios te bendiga».

Después se celebró la misa solemne en honor de Santa Eulalia. Primero, el Arzobispo, el obispo auxiliar Raúl Berzosa y los canónigos fueron en procesión hasta la capilla de la mártir. Allí, cuatro concejalas -Conchita García, Belén Fernández, Carmen Manjón y Paloma Gázquez- cogieron en andas la arqueta que contiene las reliquias de la santa y todos fueron hasta el altar. Durante la misa -en el primer banco ya desde la toma de posesión del deán estaba el alcalde Gabino de Lorenzo- el Arzobispo ofreció una excelente homilía en la que habló del sentido de martirio y lo actualizó indicando que hay que luchar y si es preciso hasta las últimas consecuencias por la familia, el matrimonio, la defensa de la vida, los enfermos impedidos, la libertad, la libertad religiosa, los pobres, la paz y nuestras raíces culturales.