La planta que cada sábado entrego aquí la traigo hoy de Libia, país casi desprovisto de vegetación, salvo en lugares elevados donde florecen juníperos o enebros. Este arbusto también medra en Asturias; lo vi y olí en Suárez de la Riva, 2, en una tienda de marcos y molduras, y en el Gamoniteiro. Con nebrinas se elabora ginebra. El enebro calienta el estómago, es sudorífico, hace fluir la orina, purifica la sangre, alivia a gotosos, se recomienda para arterioscleróticos, lavativas, disentería, tenesmo e hidrópicos; es carminativo, resuelve flemas, expele flatos y, al mismo tiempo, purifica el aire corrupto; desinflama los riñones, produce sensación de bienestar, espanta las serpientes, relaja las almorranas, restaña el flujo menstrual, sana resquebrajaduras del sieso y hasta de astillas juníperas salen magníficos mondadientes. Pero dudo de que la guerra de Libia sea por el enebro.