Olloniego,

David ORIHUELA

La historia minera de Olloniego tiene en su página negra la muerte de cuarenta trabajadores en las explotaciones hulleras de la zona. Fue a lo largo de más de un siglo de labores mineras hasta que el último pozo de la localidad cesó en su actividad en 1994.

En 1918 se había creado la compañía Hulleras de Veguín y Olloniego para consolidar una actividad que se venía desarrollando en estas localidades del concejo de Oviedo desde hacía décadas. Es otro dato para la historia de un municipio que también tiene esa tradición, la de la dureza de la mina.

Los vecinos de Olloniego no olvidan su pasado y por eso ayer rindieron homenaje a sus mineros fallecidos. Lo hicieron después de misa y con el simbólico acto de colocar un ramo de flores ante el Monumento al Minero erigido junto a la iglesia de San Pelayo.

Jorge Noval, presidente de la Asociación de Jubilados y Pensionistas, y Luis Michelón, alcalde pedáneo, fueron los encargados de depositar las flores. Lo hicieron arropados por un nutrido grupo de vecinos y acompañados con música de gaita y tambor.

Todos los años, por Santa Bárbara, el 4 de diciembre, se celebra un gran acto, pero lo de ayer, más recogido, era, según explicó Noval, «un acto de confraternización entre la asociación de jubilados y los mineros fallecidos».

El recuerdo de la minería está presente en los vecinos de Olloniego, pero desde hace dos años se ha hecho explícito en un monumento con la inscripción: «En memoria de todos los mineros fallecidos en las minas de Olloniego y a los hijos de este pueblo que dejaron su vida en la minería. El pueblo de Olloniego. 4 de julio de 2009». Un bonito epitafio en la base del monumento reza: «La vida de los mineros muertos perdura en la memoria de los mineros vivos». Así se sintió ayer en esta localidad donde algunos mineros jubilados se reunieron para recordar otros tiempos. Era día de celebración, pero hubo caras de congoja ante los recuerdos de aquellos que ya no están.

El día, soleado como pocos -y menos en octubre- arrojaba luz sobre la oscuridad de la mina en la que fallecieron cuarenta vecinos de Olloniego a los que su pueblo nunca ha olvidado y guarda para siempre en su memoria.