E. F.-P.

Cuenta José Quesada que en una excursión a Alemania con la parroquia, Fernando Rubio escandalizó a algunos de sus feligreses cuando, en una capilla luterana en la que la oficiante de la misa era una mujer, tomó la comunión que ella le ofrecía. «La comunión es la misma la dé quien la dé», dice Quesada que replicó a las críticas.

«Era espontáneo y sensible», afirma el sacerdote. «Sensible cuando había que serlo y duro cuando hacía falta», añade, y «obediente con su Iglesia en lo que tenía que serlo, pero libre».