Vázquez, la OFIL y la reconversión de Villazón

Brillantes prestaciones de la Oviedo Filarmonía en el retorno del tenor mexicano al Principado

El mexicano Rolando Villazón, ante Oviedo Filarmonía, durante la primera parte del concierto. | Irma Collín

El mexicano Rolando Villazón, ante Oviedo Filarmonía, durante la primera parte del concierto. | Irma Collín / J. Mallada

Jonathan Mallada Álvarez

Jonathan Mallada Álvarez

La penúltima entrega de la temporada del ciclo "Conciertos del Auditorio", organizado por la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo –en colaboración con LA NUEVA ESPAÑA–, devolvía, 22 años después, al tenor Rolando Villazón a la capital del Principado. Mucho ha llovido desde entonces y el mejicano, sin la pujanza y lozanía vocal de antaño, se descubrió ante el público ovetense como barítono dentro de un repertorio muy interesante por desconocido. Villazón, de menos a más, defendió con entereza sus arias "Va, dal furor portata" (Mozart) y "Dov’e quell’alma audace" (Haydn), culminando, lleno de lirismo "L’esule" (Verdi), con un fraseo muy elegante y un fiato poderoso. Después de agradecer al público su presencia y elogiar la ciudad de Oviedo, regaló –como propina–, la romanza "Amor, vida de mi vida" (Moreno Torroba), ofreciendo una gran calidez vocal.

El artista mejicano estuvo arropado por una OFIL que protagonizó, en solitario, la segunda parte. Tras la baja de Alondra de la Parra, el venezolano Christian Vásquez asumió la dirección y comandó –con mucho acierto– a la orquesta.

Los músicos, muy flexibles a las precisas indicaciones que salían del pódium, rayaron a un nivel muy alto en la Sinfonía número 8 de Dvorák, siempre bien ensamblados y plasmando el carácter de cada movimiento: desde el lirismo que encierran los temas del "allegro" inicial a la elegancia del tercer número y la robustez del "allegro ma non troppo" con que culmina la obra.

La interpretación del "Danzón número 2" de Márquez, repleta de vitalidad y frescura, fue igualmente espléndida, con una orquesta precisa y bien balanceada. Sin duda, la mejor despedida para dos horas de velada musical.