Las fiestas de Montecerrao desatan pasiones y fobias a partes iguales. Las casi 50.000 personas que, según la organización del evento, visitaron el recinto ferial del barrio en los últimos cuatro días reclaman la ampliación de los horarios de autobús, tanto urbano como regional, para regresar a sus hogares al término de cada jornada festiva de la próxima edición. En el otro lado de la moneda están los vecinos del entorno, en especial de la calle San Martín del Rey Aurelio, que se quejan de «un exceso de ruido por los conciertos y verbenas».

El Ayuntamiento fijó este año el cese de la actividad nocturna en Montecerrao a las 3.30 horas en respuesta a las demandas de algunos vecinos, que habían presentado denuncias por el alto grado de decibelios que soportaban en casa más allá de las cuatro de la mañana. Las quejas incluían, además, varios desperfectos en el mobiliario urbano y en vehículos particulares.

Los jóvenes se quejan de un vacío de autobuses y trenes desde las 3.30 hasta las 07.00 horas para volver a sus casas. La mayor parte de los asistentes a las fiestas de Montecerrao proceden de los distintos barrios del municipio, la zona rural, Pola de Siero, Llanera, Gijón, Avilés y Langreo. El presidente de la Asociación de Vecinos del Cristo, Buenavista y Montecerrao, Ramón del Fresno, defiende la postura de los jóvenes. «Me parece lógico que pidan medios para volver a casa de madrugada. Muchos no tienen coche y otros son conscientes de que no deben ponerse al volante después de una noche de fiesta. Necesitan autobuses búho».

Del Fresno asegura que la última edición festiva (que ayer debía culminar con un espectáculo de fuegos artificiales a medianoche) destacó «por la falta de incidentes y la armonía entre los vecinos y los visitantes». La Policía Local y la organización velaron por que el «botellón» no enturbiase la fiesta. «Desviamos la zona en la que los jóvenes se reúnen en torno al alcohol a un lugar más tranquilo y apartado», señaló Del Fresno, para quien las fiestas han batido un récord de participación. «Sólo el sábado logramos que algo más de 25.000 personas viniesen a Montecerrao a disfrutar», señala.

También hay quien mantiene una postura neutral. Aleida Ibáñez, vecina de Montecerrao, señala que las fiestas hacen ruido aquí y en todas partes, pero «es muy difícil ponerse en uno u otro lado porque a todos nos gusta la verbena. Pero si es lejos de nuestra casa, mucho mejor».