Ángel de la Grana está muy orgulloso de sus alumnos. Ha logrado que una veintena de chavales de tercero y cuarto del programa de diversificación de la ESO del IES de La Corredoria, con dificultades de aprendizaje, tengan ganas de ir a clase y estén concienciados sobre la importancia de ayudar a los demás. Fabrican muebles adaptados para jóvenes con problemas de movilidad. Por encargo y de forma gratuita, que por algo es un trabajo del instituto y cuenta para aprobar.

En lo que va de curso, han hecho un banco de rehabilitación de fisioterapia y varios reposapiés, sillas, bancos y atriles especiales. Los beneficiarios son estudiantes de nueve centros educativos asturianos que han visto colmadas sus necesidades mucho antes de lo habitual y a coste cero. Por ejemplo, de haber solicitado a los Servicios Sociales del Principado o del Estado un banco de ejercicios cortado a medida, el tiempo de espera se habría alargado meses y la cuenta ascendería a más de 200 euros. Los chavales tienen que cumplir los objetivos curriculares, llegar a tiempo para la evaluación y reciclar material como la madera de los palés,

El proyecto forma parte de la asignatura optativa "Taller de mantenimiento" pero surgió hace ya varios años de la mano de Arancha Fraile, una fisioterapeuta itinerante que acude semanalmente al IES de La Corredoria, Fleming y Leopoldo Alas Clarín; y a los colegios Corredoria I, Poeta Ángel González, Germán Fernández Ramos, Riosa y Posada de Llanera. "Me di cuenta de que la solidaridad entre los estudiantes de la misma edad podía materializarse en algo real y práctico, y me puse en contacto con Ángel de la Grana". Dicho y hecho. Una niña con un defecto en un fémur dejó de sufrir sentada en las sillas estándar de color verde.

"Mis alumnos ponen más esfuerzo en hacer estos muebles que en cualquier otra cosa y siempre preguntan si ya les han llegado a sus dueños", explica De la Grana, que imparte la asignatura dos horas a la semana en el taller del instituto de La Corredoria.

Natalia Ruzo, de 17 años, se plantea la posibilidad de dedicarse a la carpintería en un futuro. "Es una buena salida y aquí estoy aprendiendo mucho y rápido. Hemos llegado a construir cosas que nos parecían imposibles en un principio". A su lado, sus compañeras de grupo, Lara Naranco, Yamilé Vergara y Victoria La Chapelle muestran orgullosas algunas de las piezas recién terminadas. También hay chicos carpinteros, pero la timidez puede más que las ganas de contar su experiencia.

Un niño del colegio de Riosa espera un atril para estudiar. Ya casi está terminado.