La mezzosoprano canaria -nacida en Venezuela- Nancy Fabiola Herrera, que mañana será Dalila sobre las tablas del teatro Campoamor, tiene una sólida formación, vocal y escénica, de resultas de su paso por la archifamosa escuela Juilliard y una carrera brillante, bien conocida en Oviedo. "Sansón y Dalila", de Saint-Saëns, se ofrecerá en primera función y según una nueva producción de Ópera de Oviedo, a partir de las ocho de la tarde.

-¿Cómo es su papel?

-Muy bonito. Me gusta mucho. Irá creciendo en el tiempo.

-¿Lo debuta?

-No, lo debuté hace cinco años en Manaos, en Brasil, con Emilio Sagi. Un sitio maravilloso en medio de la selva con un teatro a la europea, de herradura. Una belleza. Lo construyeron en la época del caucho. Se empeñaron los señores del caucho en hacerlo y salió muy bien. Allí debuté el rol pero han pasado cinco años así que ahora es en buena medida un debut.

-Como mala, malísima.

-Dalila es un poco de todo. Es una mujer tremendamente fuerte, con un gran carácter. Muy independiente. Tiene una belleza muy marcada y sobre todo, muchísimo carisma. Es peligrosa y calculadora. Y muy sensual. Voluptuosa, sabe utilizar sus armas para obtener lo que quiere.

-Desde la Biblia.

-La Biblia dice que traiciona a Sansón por dinero. En el libreto traiciona por venganza hacia un hombre que para ella es un reto. Sansón cae a sus pies pero no consigue que se le entregue del todo. Está acostumbrada a que los hombres se rindan a sus pies por sus atributos físicos y además porque, como persona, es envolvente, con una energía muy particular. Es inteligente. Se parece a Carmen por la fuerza y la independencia. Se sabe poseedora de una sensualidad innata y así adorna su belleza natural. Dalila y Carmen saben lo que quieren. Dalila tiene peor idea, es más maquiavélica. Carmen es libre y todo sale directamente de sus personalidad. No se somete y no obedece a ningún hombre. Dalila es peligrosa, juega muy bien sus bazas en lo político y en lo personal. Aunque se venga siente una atracción muy fuerte por Sansón. Se venga de Sansón y goza como mujer con él porque es el hombre más poderoso.

-Fracasa.

-Hasta cierto punto. Se venga. Ciertamente al final mueren todos en esa lucha. Hay una doble moral. Muere el que se venga. Y mueren los dos pueblos o al menos gente de esos dos pueblos. Ni uno ni otro. Vence Dios a través de Sansón porque los filisteos son destruidos pero solo de momento ya que miles de años después sigue el mismo conflicto.

-¿Le va un papel de tan rematadamente mala?

-No es así mi personalidad. Eso es lo lindo de los personajes. Todos podemos ser muy malos y muy buenos. Luis Vela, un sacerdote jesuita, maravilloso, terapeuta gestalt, una personal excepcional, dijo en una conferencia: "somos todos, cincuenta por ciento Dios y cincuenta por ciento hijos de puta". Unas palabras quizá inadecuadas para una entrevista pero son textuales. En todo ser humano existe la capacidad latente del santo y del asesino. Para un actor representar un personaje lejos de su manera de ser es un reto bonito. Necesita indagar. Si no eres frío y eso es lo que pide un rol debes tener cerca gente así para observarla. O recuperar momentos personales en ese sentido por determinadas circunstancias.

-¿Vocalmente?

-El rol es bastante demandante. Ocupa todo el registro vocal, desde muy grave al agudo. Requiere cierta carnalidad en la voz y gestionar muy bien todo ese registro sin olvidar un canto legato de la ópera francesa. La pasión de algunos momentos, el dramatismo en los duetos con los dos hombres, exige gestionar bien la voz. Es difícil no dejarse llevar. Tiene pasajes muy líricos sobre todo al principio y otros de mucho dramatismo. Es un rol curioso, empieza grave y va a más agudo con una tesitura muy arriba, no tanto las notas. Permite al cantante utilizar mucho el texto, colorear ciertas palabras y seducir por la palabra no solo con el sonido.