Concha Velasco (Valladolid, 1939) está ansiosa de actuar en el Campoamor este fin de semana por dos motivos. Porque "ser actriz es la profesión más bonita del mundo" y porque quiere sacarse la espina que le quedó clavada el año pasado cuando tuvo que suspender la gira que debía traerla a Oviedo al serle detectado un linfoma. Ahora, con "Olivia y Eugenio", vuelve a demostrar por qué es uno de los grandes nombres de la escena española interpretando a una mujer cansada de sus rutinas, madre de un adulto con síndrome de Down, y que sorprenderá con un giro inesperado al público que vaya a verla el viernes o el sábado, a las 20 horas.
-¿Cómo se encuentra?
-Estupendamente bien. Con pequeñas secuelas y achaques lógicos de un año de intervenciones quirúrgicas, pero en forma para la gira. Esta obra ha estado presente durante mi convalecencia, tras suspender "Hécuba", porque José Carlos Plaza (el director de "Olivia y Eugenio") venía a verme a casa casi todos los días para animarme y me hablaba del proyecto. La puesta en escena estaba prevista desde hace tres años, incluso antes de "Hécuba", pero se fue aplazando.
-¿Se ha sacado la espina que le dejó clavada la suspensión de "Hécuba"?
-Sí, pero debo decir que "Hécuba" me ha dado muchas satisfacciones. Con ella cumplí mi sueño de actuar en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y dar vida a un personaje que han hecho actrices de la talla de Katherine Hepburn, que la interpretó en "Las Troyanas". No tengo más que grandes recuerdos de ese montaje. Eso sí, como no quiero que a "Olivia" le pase nada, ahora me cuido muchísimo. Vamos, como lo justo, sano, y nunca me quedo afónica.
-"Olivia y Eugenio" es un drama desdramatizado. ¿Cómo se consigue eso?
-Bajo la dirección de José Carlos Plaza, por supuesto, que me entiende y me saca el mejor partido. Es una persona que mima mucho el texto, que es de sobra conocido y ha sido muy representado en sitios diversos, desde teatros a colegios, logrando que parezca una obra nueva. El trabajo de los dos actores Down con los que trabajo también es fundamental. Son muy buenos.
-¿Cómo es la experiencia de compartir escenario con personas con síndrome de Down?
-Genial. Yo ya no los considero Down, son actores como yo. El papel de "Eugenio" lo interpreta Rodrigo Raimondi, que es el que me acompañará en Oviedo, y para otras funciones lo hace Hugo Aritmendiz. Mira, cuando José Carlos Plaza me propuso a dos chicos Down para hacer la obra, estaba algo nerviosa porque si ya me costaba memorizar y tenía que ponerme con un texto difícil, me enfrentaba a personas que no conocía. Ahora es una gozada.
-Hay quien encuentra similitudes entre "Olivia" y usted.
-Lo sé, pero curiosamente es el personaje con el que menos tengo que ver, aunque no quiero desvelar mucho de su personalidad para que sea una sorpresa. Si cuentas que "Olivia y Eugenio" trata de una mujer con un hijo Down, cansada de la vida y que se quiere suicidar, pues como que no dan muchas ganas de ir. Pero la historia es mucho más que eso. Con esta obra llenamos lo teatros porque tiene como un genio que señala a los espectadores y les dibuja una sonrisa. Con humor se puede incluso superar el dolor.
-¿Esa buena acogida del público es un síntoma de que la crisis ya no golpea tan fuerte a la cultura?
-No me gusta hablar de política, ni de crisis porque me resulta pesadísimo. Tengo 75 años y ya lo hice en su momento. Sólo puedo decir que el incremento del IVA es lo más injusto que se ha hecho con el mundo de la cultura.
