El Letrado del Anciano del Principado tiene la tutela de 604 asturianos y no todos son mayores, también hay entre ellos jóvenes con enfermedades mentales y sin familia. Javier Jiménez, abogado y funcionario del Principado, es el Letrado del Anciano desde que se creo el cargo en 2005. La Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, celebrada en Nueva York al año siguiente, "supuso un cambio importante en la consideración de estas personas, porque las protege y promueve que tomen sus propias decisiones, y eso ha producido una evolución de nuestro ordenamiento jurídico", según Jiménez. De todo ello trató ayer, en su conferencia en la Jornada "La tutela de las personas con discapacidad intelectual. Nuevas perspectivas", que se celebró en el Colegio de Abogados.

Ese "nuevo perfil" de personas tuteladas jóvenes o de mediana edad del que habla Jiménez convive con el más habitual de ancianos que, según el abogado, necesitan de alguien que cuide de ellos y de sus intereses y que no tienen parientes o allegados -a veces sí los hay, puntualizó Jiménez, y ellos son el problema-.

Cuenta que en su día dejó atrás el ámbito de la protección de menores porque no le gustaba y se decantó por los ancianos. A día de hoy tiene que reconocer que éste también es "muy duro". Lanza una leve crítica hacia los jueces. "Asumimos tutelas que no deberíamos tener entre manos, por cierto proteccionismo de la Audiencia Provincial", declaró el Letrado del Anciano ayer, ya al final de su intervención en la reunión sobre discapacidad intelectual. "Aquí las tutelas llegan desde los tribunales, a través de denuncias, y hay la tendencia a que el Principado las asuma, porque los jueces saben que cumple o lo hace bien. Los juzgados y la fiscalía nos conoce. Antes pasaban dos o tres años buscando un pariente ahora recurren a nosotros", explicó.

"Empezamos con 40 tutelas y a lo largo de estos años hemos ejercido 875", refiere el Letrado del Anciano. En esta década ha visto de todo: padres o tutores que renuncian a la tutela de sus hijos, padres con hijos con discapacidad intelectual y que, en previsión de que un día no estarán, hacen testamento y delegan su tutela al Principado, ancianos a los que quienes deberían cuidar de ellos están sacando provecho, utilizando su firma o sacando dinero de sus cuentas corrientes.

"No quiero ser pretencioso diciendo esto pero en la mayoría de los casos la situación de estas personas ha mejorado con nuestra tutela. Les hemos tramitada una pensión si tienen derecho a ella, se les ponen en orden los papeles, se les busca plaza en una residencia.... Tutelados por el Letrado del Anciano viven con cierta dignidad que antes no tenían", asegura Javier Jiménez. "Los problemas son inabarcables, pero una pequeña acción redunda en su beneficio", afirma.

Feaps y la fundación tutelar Horizonte colaboraron en la organización de la jornada sobre discapacidad intelectual en Oviedo.