La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

De El Asturcón "no nos moverán"

Los dueños de los 104 caballos del hípico de Oviedo se resisten a sacar los animales pese a la orden del Ayuntamiento ante su inminente clausura y esperan "a que lo mande un juez"

La profesora Camino Fernández pasea a su caballo "Sir John" por el centro ecuestre El Asturcón. irma collín

"De aquí sólo nos va a sacar un juez. Ni el Alcalde, ni los concejales". La mayor parte de los usuarios del centro ecuestre El Asturcón no han buscado una instalación alternativa para llevar a sus caballos en caso de ser desalojados porque confían en que la orden municipal de expulsión no se haga efectiva. Poco les importa que el gobierno local les haya dado diez días para irse de allí. Un plazo que empieza a contar de forma individual a partir de la recepción de las notificaciones, que comenzaron a llegar a los buzones esta semana.

"Esto va a ir para largo. Si quieren pelea la van a tener porque iremos a los juzgados y seguiremos aquí mucho tiempo". Javier Pérez es el dueño de tres de los 104 animales que permanecen en este complejo de 300.000 metros cuadrados en el límite de Oviedo con Llanera sin un equipo directivo al frente ni una empresa que lo gestione después de que finalizase el contrato de la concesionaria Urbaser el 1 de mayo. El adiós al centro ecuestre es "el segundo palo" que se lleva este joven en menos de un año, cuando cerró la escuela municipal de hípica en la que impartía clase y donde conoció a su novia, María Pedregal, que se dedica al mudo de la sanidad. Ambos pasan muchas horas al día en El Asturcón cuidando de "Easy girl", "Gótica" y "Cairo-T". O lo que es lo mismo, una yegua de raza westphalian, otra cruzada y un pura sangre inglés. Viven en un piso de alquiler de Oviedo y prefieren gastar su dinero en los animales antes que irse de vacaciones. "No somos pijos ni de lejos, aunque algunos se empeñen en decir lo contrario".

De momento, no se plantean la posibilidad de trasladar a sus caballos a otro lugar porque esperan a que el caso pase a los tribunales, pero creen que, llegado el momento, no será fácil dar con una instalación adecuada". A su juicio, el Chas de Gijón (Club Hípico Astur) y El Forcón de Avilés son demasiado pequeños para albergar a "la oleada de animales que se les avecina" y el resto de centros hípicos del Principado no cumple los requisitos necesarios para los caballos de competición, que tienen que salir de sus box todos los días y trotar por las pistas. Además, "tampoco se les puede dejar en un prado alegremente". Javier explica que la futura finca debe contar con el Código de Explotación Agraria (Cea) y estar dotada de cuadra, agua y luz: "La concesión de este código es lenta y pueden pasar muchos meses antes de conseguirla o perderla". El joven y su chica están preocupados por el destino de sus tres caballos, pero muestran una actitud positiva y luchadora. "No somos los que peor lo llevamos. Aquí hay personas a las que les está pasando factura a todos los niveles". María señala una cuadra cercana a las suyas. "Allí está Francisco, es el mejor ejemplo".

A la hija de este hombre, Andrea Llamazares, le dio un severo ataque de ansiedad el 1 de mayo que le llevó a ingresar en la unidad de psiquiatría del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) durante cuatro días. "La cría, que tiene 17 años, sufre una crisis nerviosa al temer que sus yeguas se queden a la intemperie una vez que cierren El Asturcón". Francisco se hace cargo de "Callas" y "Masara" desde entonces sacando tiempo "de donde no hay" para darles de comer y mantenerlas en activo. Andrea ya está en casa, pero no ha vuelto al Instituto de Posada de Llanera porque le han recetado "medicación para tranquilizarla y que no vuelva a tener temblores".

Su padre es autónomo y cada día que pasa en el hípico deja de ingresar dinero. "No me importa porque lo principal es ella, que si pierde a sus yeguas le da algo". Andrea es jinete y ha sido campeona de Asturias en doma clásica y salto. Por eso, su sueño es convertirse en técnico deportivo internacional. "Su vida son los caballos", insiste Francisco.

Lo mismo le pasa a Julia García, de 18 años, que aunque no ha ganado premios, entrena a diario a lomos de "Gitano". Aprendió a montar a los 12 años y a falta de tener un caballo propio contactó hace meses con Charo Álvarez, la dueña de este pura sangre mezcla español, a través de su preparador, Sinesio López. Desde entonces, Julia y "Gitano" son inseparables. "Montar a caballo es como una terapia que me ayuda a relajarme, a conocerme y a tener control sobre mí misma", explica la joven, que teme que un traslado forzoso a otra cuadra sea fatal para su amigo de cuatro patas. "Los caballos son muy sensible y una mudanza les puede acarrear un trauma y acabar con ellos. De aquí no nos moverán".

Camino Fernández no tiene claro qué hacer si la obligan a sacar de allí a "Sir John", su caballo de silla holandés. Esta profesora ovetense baraja la posibilidad de llevar al animal a una finca siempre que consiga la Cea y el espacio sea amplio. Su animal es veterano pero "está hecho un potro" tras haber ganado varios certámenes de prestigio y ayudar a muchos a aprender a montar y convertirse en buenos jinetes. Lo tiene hace un año y para ella "no tiene precio" porque forma parte de su vida. "Es uno más de mi familia".

Compartir el artículo

stats