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La Ciudad Y Los Días

Una crispación poco democrática

Del "no pasarán", al todos contra todos

Una crispación poco democrática

Mejor le fuera al presidente de Asturias no mentar la soga en casa del ahorcado por la inoportunidad de su triple "¡No pasarán!" contra los emergentes podemitas y seguro que por extensión frente a la denostada derecha pepera. Una alerta en ambiente mitinero que todo lo relativiza, en el estilo grandilocuente de aquellas viejas soflamas históricas asociadas a las heroicidades estimulantes propias del tiempo: "La patria está en peligro?", "Desde la cumbre de esas pirámides muchos siglos nos contemplan?", "El enemigo está dentro" o "Santiago y cierra España".

Pero lo que hace especialmente aventurado este "¡No pasarán!", como los tres jamases antimonárquicos del general Prim, es que ha echado mano a un eslogan de los defensores del Madrid republicano en la guerra civil, cuya virtualidad fue igual a cero porque los que no iban a pasar? terminaron pasando, vaya por Dios. Un "no pasarán", por cierto, explotado después en un chotis burlesco por Celia Gámez y Nati Mistral.

Seamos, sin embargo, comprensivos con las paradojas y contradicciones de nuestros políticos en estos agitados tiempos de atribulada incertidumbre sobre lo que se sospecha que puede pasar aquí tras las elecciones del domingo. La primera observación, que salta a la vista, es que lo mismo en el ámbito nacional, que en el provincial y local, nuestro espíritu democrático está a la altura del betún.

Y ello porque la democracia, desde Montesquieu, existe teóricamente para armonizar tendencias supuesto un manojo de convenciones elementales aceptadas por todas las partes. Lo que comporta, creo yo, un respeto de principio a otros enfoques de la acción política. La simple observación del guirigay de estos días de todos contra todos tirándose los trastos a la cabeza no parece que abone el ejercicio correcto de la presunción democrática.

Si consideramos este aspecto referido escuetamente a nuestro ámbito municipal ovetense, no otra cosa podemos apreciar que una crispación general -engarradiella, diríamos, por usar un expresivo término del habla coloquial- ante la catarata de acusaciones por parte de los integrantes del renovado Consistorio contra los anteriores responsables, a los que se atribuyen todas las maldades en sus tareas de gestión sin mezcla de bien alguno.

Sin poner la mano en el fuego por nadie, es justo preguntarse dónde estaban los responsables de refrendar o validar los acuerdos y sus repercusiones presupuestarias, dónde los portavoces de los partidos? Y, sobre todo, dónde estaba la supuestamente leal oposición que también formaba parte de la Corporación.

Esas actuaciones, para bien o para mal, habrán dejado alguna huella en los libros de actas. Se supone.

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