Sensibilidad y creatividad son dos palabras que definen bien a la diseñadora de bisutería artesanal, Dulce Abad Siñeriz, una mujer enamorada de su trabajo y que lo refleja y transmite en toda su obra. Sus creaciones están en constante evolución. Descubrió que lo suyo era la bisutería elegante y sutil, única y muy personal, con una belleza que seduce y que está hecha con cariño, con imaginación y con gusto.
Dulce Abad Siñeriz empezó a prepararse para diseñar en 2006. Se preparó para ello en la Escuela de Joyería del Atlántico, en Vigo, y en el Centro de Joyería Integral de Madrid. Hizo un curso específico de la Asociación de Joyeros de Gijón. Acude habitualmente a la feria de Iberjoya, en Madrid.
En 2008 se inició como profesional y, tras el éxito logrado con sus primeros diseños, trasladó su taller de su casa a una primera tienda que abrió con el nombre de "Dulce Abad", en el casco antiguo de Oviedo. Con los años se mudó a otro local más grande y luminoso, ubicado en la calle San Juan.
"Me encanta el casco antiguo, está lleno de vida, es único. Tanto para trabajar como para salir por la zona. Siempre terminamos comiendo o yendo de vinos por locales del Antiguo, hay un ambiente único. En verano se nota cada vez más el incremento de turismo extranjero en la ciudad: franceses, nórdicos, ingleses, italianos e incluso algunos norteamericanos, además del turismo nacional. A veces entran a preguntar por direcciones o lugares de interés y ejerzo encantada de guía cuando hace falta", comenta sonriendo, al tiempo que se esmera en colocar en el escaparate pulseras, collares, pendientes y anillos con su inconfundible sello.
"Soy una gran partidaria del reciclaje, ahora estoy trabajando por ejemplo con maderas con formas guapísimas que encuentro en las playas y las combino con plata, latón o piedras semipreciosas: depende de lo que me pida la pieza. Coral, cuarzos, ágatas, amatistas, turquesas, jades o ambar están presentes en mi obra", afirma.
Dulce Abad opina que "en Asturias hay grandes diseñadores y artesanos que merecen ser conocidos. Yo aquí tengo trabajo de gente de fuera pero también de la tierra. Los tengo porque me gustan y porque creo en ellos: me gusta compartir su belleza", afirma.
Disfruta de vivir en La Fresneda: "Siempre me gustó ir a la plaza, aquí tienes tu grupo de amigos y, aunque no es como vivir en el pueblo, sí estás en el campo y muy cerca de la ciudad. Vivimos muy tranquilos".
A la diseñadora también le gusta mucho viajar aunque no puede hacerlo tanto como quisiera por culpa de su trabajo. En cuanto a la cocina, confiesa que no se pone ante los fogones todos los días y que su marido es mucho mejor cocinero que ella. "Eso sí, cuando me pongo tampoco lo hago mal. Espero que a los lectores les gusten estas carrilleras, tanto por lo ricas que están, como por lo fáciles y rápidas que son de hacer", se despide Dulce Abad Siñeriz.