A Anquela hay que reconocerle, entre otras cosas, que predica con el ejemplo. Siempre exige intensidad a sus hombres y eso, la intensidad, es lo que precisamente demuestra en cada entrenamiento. Es raro el día que sobre el césped el entrenador jienense se muestre más tranquilo, en modo sosegado. Normalmente, ahí en el campo, se explica con vehemencia. Ayer, al término del último entrenamiento de los azules antes de partir hacia Granada, Anquela repasó conceptos con Berjón y Rocha, los encargados a balón parado. El entrenador no lo dudó a la hora de ensayar él mismo algunos centros desde la banda. Celebró cada remate con su habitual expresividad.

El paso por vestuarios suele atenuar su gesto. Como si se desprendiera de una máscara, Anquela accede a la sala de prensa sin signos de tensión en su rostro. Ahí aflora la versión reflexiva y pausada del jienense. La que insiste, en una semana en la que se han multiplicado sus intervenciones ante las cámaras, en que la línea es la correcta y que con paciencia su Oviedo alcanzará el objetivo marcado. Está seguro de ello. "Salí triste y enojado del partido ante el Tenerife", empieza su análisis en alusión al encuentro del pasado miércoles (1-1), "pero también satisfecho porque trabajamos bien. La imagen vista se acerca mucho a lo que busco en mi equipo".

Sus palabras van en la línea de lo explicado el pasado martes, antes de recibir al Tenerife. Anquela ha señalado la dirección que debe seguir su equipo e insiste en no desviar el rumbo. La continuidad, aunque con algunos matices, es la línea que marca sus últimas decisiones. Por eso, parece una posibilidad de peso que el técnico mantenga el 4-3-3 para el choque de Granada. "Es una posibilidad, sí?", contesta midiendo sus palabras, como si no quisiera revelar más de la cuenta. "Lo que está claro es que al recuperar dos jugadores tenemos más variantes", añade con satisfacción. Aunque pierda a Verdés, lesionado el miércoles al inicio de la segunda mitad, el panorama médico parece ir aclarándose poco a poco.

El último ensayo en el Tartiere no ofrece pistas sobre por dónde pueden ir los tiros. Las palabras de Anquela tampoco, aunque sí parecen garantía de que el estilo no se va tocar. "A la gente en el vestuario le veo con ganas de revertir una situación que se está poniendo difícil. Ellos creen en lo que hacemos y eso me da tranquilidad", analiza. Y añade: "No podemos actuar con urgencias y prisas. Es cierto que llevamos un mes sin ganar pero estamos cerca de lograrlo. Estamos compitiendo y en algunas fases de los partidos jugamos bien. Ese es el camino y si nos ponemos nerviosos llegarán los problemas. Hay que seguir creyendo en lo que hacemos".

La línea de trabajo, según la tesis del entrenador, es correcta pero son los fallos puntuales los que están privando a los azules de una situación más desahogada en la tabla. El Oviedo es el 14.º, con 11 puntos, a cuatro del play-off. Pero, ¿se pueden prever y entrenar esos fallos tan costosos? "Nosotros entrenamos todo. Nos están metiendo unos golazos de los de repetir varias veces en la televisión. No creo que sea un problema de concentración, sino que son las virtudes del rival. Que haya despistes entra dentro de lo normal en el fútbol", responde con naturalidad.

El resumen de Anquela es nítido: hay que mantener el rumbo porque los resultados acabarán llegando. "Queremos ganar, queremos estar arriba con muchos puntos, eso está claro, pero nunca he tenido prisa y creo en el trabajo. Estoy más que satisfecho con lo que estamos haciendo. Mi discurso y mi forma de trabajar no va a cambiar ni una coma", sentencia el entrenador de los carbayones.