Hay entrenadores a la vieja usanza, añejos en esto del fútbol, que todavía conservan la preciadísima capacidad de decir a veces lo que piensan, sea cual sea el guión. Juan Antonio Anquela, 60 años, veinte en los banquillos y el discurso pelado, es uno de ellos. Ayer, en El Requexón, al entrenador del Oviedo le preguntaron si el equipo actual del yin y el yang, el de los radicales cambios de look en un mismo partido, es el que quiere, y él, ni corto ni perezoso, dijo honestamente que no, que después de cinco meses de trabajo todavía no ha conseguido ni plasmar ni darle continuidad a la identidad que imagina. "Va pasando el tiempo y estamos tardando más de la cuenta", admitió con naturalidad, sabedor de que automáticamente disparaba contra su propio tejado, pero sabedor también de que la moda actual de vender humo en los micrófonos, al final, se vuelve en contra, principalmente porque esto es un juego que todo el mundo ve. "Eso va contra mí, pero es lo que pienso", matizó a continuación, como disculpándose por decir la verdad. La verdad, su verdad, consumidas catorce jornadas de competición, es así: "Me quedo con el equipo que jugó contra el Almería (1-1) y contra el Sporting (1-1). Ése se parecía bastante al que yo quiero". Almería y Gijón fueron curiosamente las dos primeras salidas de la temporada.

Así que, ya se sabe, el Oviedo que quiere Anquela es el de El Molinón y el de Almería antes que el que ganó en Tarragona y al Lugo en el Tartiere. "Éramos un equipo serio y rocoso y ahora somos todo lo contrario. Somos un equipo que hace goles con facilidad y los recibe", indicó, y advirtió: "No podemos entrar en una montaña rusa de resultados: ahora subo, ahora bajo; lo que me preocupa es que tengamos que remontar", dijo.

El jienense remitió a la pretemporada para dar cuenta del cambio total. En la fase preparatoria, al Oviedo le costaba marcar goles, pero apenas encajaba. Entonces, el sello Anquela se cacareó a las primeras de cambio porque, realmente, se advertía un cambio respecto a la etapa de Hierro. "A lo mejor al principio lo asimilamos rápido", reconoció. Pero después, cuando los azules tocaron el liderato durante un puñado de minutos en Albacete, se formó un bache del que el equipo va consiguiendo salir. "Fútbol, dinámicas", resumió Anquela. "Lo que yo quiero es que el futbolista sepa siempre qué es lo que hay que hacer en el campo y lo que no. En algunos equipos nos costó cinco años (se refiere a su etapa en el Alcorcón). A los cinco años estuvimos a punto de subir a Primera, pero estuvimos cinco años. Cada año crecíamos y crecíamos. A base de paciencia se consiguen las cosas". Sucede que en el Oviedo, como en cualquier equipo grande, lo que escasea es la paciencia. De ahí que se imponga relativizar las cosas: "Estamos en el camino y nos falta poco".

La confesión de Anquela respecto al aspecto actual del Oviedo fue lo más creíble, por realista, de una rueda de prensa de trece minutos en la que no se mojó sobre el sistema táctico, ahora tres centrales y dos carrileros, y ahora cuatro atrás y trivote. "Tenemos muchas formas de jugar y muchas variantes para que el equipo pueda ser competitivo y vamos a usar la que nos interese", se limitó a decir. El técnico dijo que Hidi va bien, pero no llega a Pucela; elogió al Valladolid, un equipo "muy bueno, que tiene al 'Pichichi' (Mata), a gente por banda, por dentro y que estará arriba", y se refirió al VAR: "Seguirá habiendo polémica porque sí habrá imágenes, pero alguien tendrá que decidir. Yo veo imágenes que creo claras y luego veo que no. La razón la llevará el que decida", finalizó.