Ni muy bien ni muy mal. Ni en la zona peligrosa de la clasificación ni a las puertas del play-off de ascenso. El Oviedo está siendo un equipo esta temporada que reparte las alegrías y las penas a partes iguales. Los datos lo demuestran con una sorprendente simetría: ha ganado cinco partidos, los mismos que ha perdido y que ha empatado. También ha marcado los mismos goles (21) que ha recibido. Unas cifras que serían suficientes para un equipo que aspira a la permanencia y que se quedan cortas para luchar por subir. En estos momentos el equipo es undécimo.

El objetivo del Oviedo es dar ese pequeño salto que le falta y convertirse en un aspirante al ascenso. Para ello debe empezar a ser un equipo más consistente, recibir menos goles, sobre todo evitar que los equipos se le pongan por delante en el marcador, como sucedió ante el Valladolid, cuando a los tres minutos ya perdía tras una cadena de despistes que acabó con Deivid rematando plácidamente un córner.

Anquela ha apuntado a esos mismos defectos una y otra vez. Ha insistido en que deben competir mejor, en que los errores en Segunda se pagan muy caros y en que la concentración debe ser máxima desde el primer minuto hasta el último si quieren enderezar el rumbo.

Las dos victorias que encadenó el Oviedo frente a Lugo (3-2) y el Nástic (1-2) sirvieron para dar tranquilidad al entorno, para mejorar en la clasificación y para demostrar que son un equipo con garra y que puede competir bien. Pero también fueron una nueva muestra de los defectos del Oviedo. En los dos partidos el rival se puso por delante en el marcador y los azules tuvieron que protagonizar una complicada remontada para llevarse los tres puntos. Dos victorias pero otros cuatro goles recibidos que les obligaron a marcar cinco para imponerse.

El sábado ante el Valladolid ya no fue posible darle la vuelta al marcador. Los pucelanos se adelantaron rápido, obligaron al Oviedo a tomar la iniciativa del encuentro y acabaron aprovechándolo para hacer el segundo, en un nuevo despiste defensivo del equipo de Juan Antonio Anquela.

El foco se ha centrado también en la portería, en Juan Carlos, aunque en la derrota ante el Valladolid poca culpa tuvo el meta mallorquín, más allá del córner que provocó y que precedió al primer tanto. Tampoco sus compañeros en la zaga estuvieron especialmente lúcidos para defender mejor las acciones a balón parado, de las que llegaron los dos primeros tantos.

Anquela ha dicho por activa y por pasiva que no se va a rendir, que va a insistir una y otra vez en que el Oviedo debe ser un equipo intenso, agresivo, que esté concentrado durante los noventa minutos de juego. Para ello espera Anquela recuperar a gente como Verdés, un central en el que tiene una confianza ciega y que encaja con esas virtudes de intensidad que pide el entrenador andaluz. Otros como Hidi, que podría entrar en la próxima convocatoria, pueden ayudar a dar más equilibrio al equipo en el centro del campo.

En el caso de que los errores que viene cometiendo el Oviedo persistan tampoco se debe descartar que Anquela empiece a tirar de jugadores como el canterano Viti, que está también cerca de recuperarse de un lesión, otro jugador que responde al perfil de entrega que le gusta a Anquela. Un Viti que podría aportar cosas como extremo derecho e incluso de lateral si la cosa se complica. Y es que el técnico azul sigue buscando un Oviedo que conceda menos oportunidades al rival y necesite menos para ganar. El camino para salir de tierra de nadie.