Algunos prelados españoles siguen insistiendo en que el problema de la pederastia consiste en que los medios de comunicación golpean a la Iglesia sin piedad, pero el Papa Benedicto XVI ha dejado dicho, camino de Portugal, que las raíces del problema están en la propia institución. Por tanto, se produce de nuevo un problema de sincronía que ya viene de antiguo. Por ejemplo, algunos obispos critican con dureza a las órdenes y congregaciones religiosas (por sus colegios, sus revistas, sus editoriales, su secularidad, etcétera), pero el Pontífice les dice a los jesuitas que necesita apoyarse en ellos para muchas tareas. De hecho, los mejores análisis de lo que está sucediendo en la Iglesia proceden de miembros de la Compañía de Jesús. Y ello sin contar con el baluarte que para el Papa supone el portavoz Lombardi, o el secretario de la Doctrina de la Fe, Ladaria. Es significativo, por otra parte, que la vida religiosa, aun registrando casos de pederastia, parece dotada de un sistema de seguridad y alarma que es el de la vida comunitaria.

En cuanto al pánico a los medios de comunicación, los mitrados tendrán que reconocer que algunas veces pueden leer en ellos noticias inesperadas. «The New York Times» y la CBS han publicado un sondeo en el que aseguran que la adhesión a Benedicto XVI ha crecido en EE UU pese a los últimos escándalos. El catolicismo estadounidense es muy particular, pero algo de sinceridad habrán visto en el Pontífice. Por lo menos.