Oviedo, Javier NEIRA

El compositor Javier Santacreu (Benissa, Alicante, 1965) presenta hoy, a las ocho de la tarde, en el auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, su poema sinfónico «De la belleza inhabitada», sobre un poema de Cernuda. Fue estrenado hace un mes en Murcia y logró en 2009 el primer premio de la V Edición del Concurso de Composición de la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas. El programa interpretado por la OSPA, dirigida por Kynan Johns con el concurso del barítono Dietrich Henschel, incluye obras de Mahler y Strauss.

-¿Un parto largo?

-El proceso de composición me ha llevado bastantes años. En 2006 alcancé la configuración definitiva.

-Una obra pensada para...

-Es para orquesta sinfónica.

-¿Gran orquesta?

-No necesariamente, pensé en no crear problemas de plantilla. La orienté hacia un concurso de composición que es casi la única forma de que se estrene. La estrenó la Orquesta Sinfónica de Murcia el mes pasado.

-¿Cómo juzgan los jurados?

-A través de la partitura. Algunos concursos exigen ya una versión de ordenador.

-¿Cómo?

-Los programas informáticos tienen bancos de sonidos que permiten simulaciones sonoras. Ayudan al compositor y al director porque ante texturas y lenguajes armónicos complejos se logra una primera idea del total sonoro de la obra.

-En su caso, ¿cómo fue?

-En el jurado la mayoría eran directores de orquesta. Por eso da la oportunidad de que se estrene en las formaciones que integran la asociación que son las grandes orquestas de España.

-¿Cuánto dura? ¿Está dividida en movimientos?

-Es un único movimiento con secciones diferenciadas. En el estreno duró 17 minutos y medio. Aquí el director está relajando los tempi y quizá dure un poco más.

-¿Por qué el poema de Cernuda y aquellos muslos salados del joven marino?

-El yo poético narra la historia de un joven marino con connotaciones obvias. Me lo proporcionó un amigo, no lo conocía y es impactante. Vi que de ahí podría salir una obra.

-¿Música descriptiva?

-No, cuidado.

-¿Cuál es, entonces, la relación entre el poema y su obra?

-El horror vacui. Te planteas qué hacer con los pentagramas vacíos y siempre aparece una excusa, sea este poema o un cuadro de Kandinsky o diversas obras de otros compositores. Incluso mías. Esta obra es música pura, ya que la excelente lírica de Cernuda, que me inspira, no se puede describir. La música descriptiva corresponde, por ejemplo, a la tormenta de la «Pastoral», de Beethoven. Tampoco es música programática aunque el poema pudiera servir en ese sentido. El poema me inspira atmósferas sonoras y una forma de abordar la textura de algunos pasajes. Incluso en la elección de la instrumentación: el yo poético son las cuerdas; el mar, los metales; el joven marino... es un punto de partida, después viene el paso estrictamente técnico y musical. Hay que limitar el tiempo para no cercenar las posibilidades de estreno. Una nueva pieza debe rondar los 20 minutos para una estructura de concierto de abono.

-¿Es un poema sinfónico?

-Desde el abandono de la tonalidad las cosas se han complicado. Sí, se la puede considerar como una sinfonía o un poema sinfónico por su relación con el texto.

-¿Qué le diría al aficionado que hoy va a oír su obra?

-Que asista sin prejuicios al estreno. Mi estética no está en la pura especulación sonora, típica en gran parte de las corrientes de escritura actuales. Respeto mucho a la orquesta sinfónica e intento extraer una calidad de sonido y una atención a los parámetros musicales en la estructura, forma y timbre. Me interesa buscar un discurso que sea fácilmente entendible por el público. Y ahí no se pueden desatender demasiados parámetros porque el edificio se viene abajo. Es música pura, nadie debe esperar un poema. Es una obra muy expresiva y potente.

-Perdone la impertinencia, ¿a quién se parece como músico?

-Formo parte de la Escuela de Composición de Alcoy, mi maestro es Javier Darias. Un tronco común y escrituras muy distintas.