Oviedo

Ayudar a la familia a progresar. Ése es el objetivo del nuevo libro editado por Alba y escrito por dos reconocidos psicoterapeutas infantiles estadounidenses: D. J. Siegel y T. Payne Bryson. La obra es una guía magistral sobre cómo valerse del devenir diario para que los hijos aprendan y se formen como adultos.

Llega un momento en la vida de todo hijo y todo padre en el que la convivencia, el día a día, se convierte más en una cuestión de supervivencia que en un acompañamiento a la progresión y el crecimiento del pequeño. Son esos instantes, más o menos habituales tras dejar atrás biberones y pañales, en los que las rabietas, las peleas y el estrés parecen adueñarse de todo y ocupan más tiempo en la vida que los momentos de comprensión y aprendizaje.

Sin embargo, es posible sortear esas situaciones y aprovecharlas para ayudar al niño (y a uno mismo) a crecer emocionalmente en lugar de permitir que desborden otra vez los nervios del adulto.

Para enseñar cómo hacerlo surge este «El cerebro del niño», de dos grandes expertos mundiales, Daniel J. Siegel y Tina Payne Bryson, editado por Alba. Se trata de una obra que hace hincapié en la aplicación práctica de los conceptos que expone en cada uno de sus seis capítulos, dirigidos todos ellos a explicar qué es el cerebro pleno y cómo puede ayudar a mejorar la vida interior del niño y la conexión con sus padres.

Es, en definitiva, una completa guía que, desde un riguroso enfoque científico, descubre a los progenitores las oportunidades que diariamente les brinda una situación o una simple conversación para ayudar a sus hijos, de 0 a 12 años, a integrar todas las experiencias -buenas y malas- en su desarrollo vital y aprender de ellas para formarse como adultos.

El primer capítulo del libro de Alba Editorial introduce la idea del cerebro pleno y las ventajas de razonar con ambos hemisferios progresivamente integrados. El siguiente artículo da un paso más y muestra cómo se conectan la faceta lógica y la emocional, mientras que el tercero se centra en la interacción del cerebro inferior con el superior o, lo que es lo mismo, en las ventajas de hacer trabajar juntos al instinto y a la reflexión.

El cuarto y quinto apartados de «El cerebro del niño» exponen, por su parte, la manera de afrontar el dolor y los diferentes estados de ánimo, mientras que el último capítulo se centra en la felicidad y la satisfacción de la relación social desde la conciencia de tener y disfrutar una identidad única.

Para potenciar el enfoque práctico de la obra, los autores, reconocidos psicoterapeutas infantiles en los Estados Unidos, han incluido en cada sección ejemplos de cómo enseñar fácilmente a niños y adultos los principios básicos de cada capítulo.

El libro también incorpora una tabla de edades y etapas donde se desglosan, de manera breve y visual, los conceptos a trabajar por los padres en función de la edad de cada pequeño, ademas de adjuntar una hoja de nevera con los puntos y estrategias indispensables que deben trabajar para cultivar la mente en desarrollo de sus hijos.