Copenhague / Oviedo /

Agencias / P. R.

El científico francés Serge Haroche y el estadounidense David Wineland fueron galardonados ayer con el Nobel de Física por sus investigaciones pioneras en el campo de la óptica cuántica. «Los premiados han abierto la vía a una nueva era de experimentación en la física cuántica al demostrar la observación directa de partículas cuánticas individuales sin destruirlas», destacó ayer la Real Academia de Ciencias de Suecia. El galardón está dotado con 925.000 euros, a repartir entre los dos.

De forma separada, ambos han inventado y desarrollado «métodos revolucionarios para medir y manipular partículas individuales preservando su naturaleza cuántica mecánica de un modo que antes se pensaba que era inalcanzable», añade el fallo. Sus descubrimientos han sentado las bases de la actual investigación fotónica, que aprovecha las propiedades de las partículas de la luz (los fotones) para crear nuevas tecnologías y profundizar en la comprensión de las leyes físicas. Con la observación directa y el control de las partículas cuánticas individuales sin destruirlas, esos métodos abren el camino para la construcción, en el futuro, de ordenadores cuánticos mucho más veloces y de relojes más precisos, que podrían ser la base de un nuevo sistema de tiempo.

Tanto Haroche como Wineland trabajan en el campo de la óptica cuántica y han estudiado la interacción fundamental entre luz y materia -un campo que ha experimentado un progreso notable desde mediados de la década de 1980- con una metodología similar, aunque con un punto de partida distinto.

Wineland logró capturar iones en su laboratorio en Boulder (Colorado, EE UU) controlándolos y midiéndolos mediante fotones o partículas de luz gracias, sobre todo, a su dominio del uso de rayos láser.

Su colega francés siguió el camino inverso en su laboratorio de París: controló y midió fotones capturados enviando átomos a través de una trampa.

El grupo de Wineland fue el primero en el mundo que demostró una operación cuántica con dos bits cuánticos, el primer paso para pensar, a pesar de los retos prácticos que supone, en la posibilidad de que algún día se pueda construir un ordenador cuántico. Ese nuevo tipo de ordenador, mucho más veloz, cambiaría la vida de los seres humanos «de la misma forma radical que los ordenadores clásicos transformaron nuestra vida en el siglo pasado», en palabras de la Real Academia de las Ciencias.

Fue también el equipo de investigadores dirigido por Wineland el primero que usó iones en una trampa para construir un reloj cien veces más preciso que los relojes atómicos basados en cesio que constituyen el estándar de tiempo actual.