La OSPA está celebrando el 25.º aniversario de su fundación con una serie de conciertos en los que intervienen directores que ya forman parte de su historia. Es el caso del británico David Lockington, de familiar figura, que ayer tomó la batuta en el teatro Jovellanos para enfrentarse al "Concierto con variaciones", patrocinado por LA NUEVA ESPAÑA. El público, pese a la tarde lluviosa, alcanzó una prudente entrada, algo que por fortuna viene siendo habitual en las últimas jornadas.

Se inició la audición con las "Variaciones sin tema" del compositor israelita Avner Dorman, nacido en Tel Aviv en 1975. Échate a temblar, me dije. Tiene razón el autor al no proponer tema para sus once variaciones. Cada uno que imagine el suyo. Y puestos a ello, servidora percibió el sonido de los huevos al hervir y chocar contra las paredes del cazo; la prisa, en cámara acelerada de los indios a caballo en pie de guerra; el frenazo al llegar al barranco; el sonido de la dentadura postiza de un viejo; el escalofrío, y por último, el caos. Éste, el caos, estuvo bien logrado; todos los músicos tocaban a la vez pero por libre. Espero que este comentario no llegue nunca al alcance de Avner Dorman. Alguna música del siglo XX es lo que tiene, que pocos la comprenden. Yo, no.

Con Samuel Barber y su "Concierto para violonchelo en la menor" nos redimimos, sobre todo al escuchar la actuación del extraordinario solista Adolfo Gutiérrez Arenas, un español nacido en Munich, dotado de una técnica insuperable, de los mejores violonchelistas del mundo. Fue muy aplaudido. En cuanto al autor, Samuel Barber, su estilo es lento, en alguna fase hasta aburrido. Compuso la banda sonora de la película "Platón".

Lo último, lo mejor, precioso de principio a fin; habíamos regresado a la belleza integral de la música. Las catorce variaciones de Edward Elgar, supusieron un verdadero placer. Este autor ya nos había dejado en los labios, el pasado marzo, el dulce sabor de su obra "El sueño de Geronte". Y anoche nos mostró otro perfil de su gran sentido estético, pese a estar inscrito su nombre entre los autores del siglo XX.