Cuando se le pregunta cuál es el problema, ahora mismo, que más le preocupa, el filósofo Emilio Lledó responde sin dudar:

-La educación. Hay un texto famoso de Kant que yo he repetido muchas veces. Dice que el ser humano es lo que la formación hace de él. Yo lo creo profundamente. Si coges a un muchachito de ocho o diez años y le metes unos "grumos pringosos" en la cabeza ya está tarado para toda la vida. No podrá pensar. Hay que crear libertad en la mente de la gente.

El académico de la RAE Emilio Lledó, premio"Príncipe de Asturias" de Comunicación y Humanidades en 2015, debutó ayer como jurado de esta misma disciplina en unos premios que ahora se llaman "Princesa de Asturias". Compartió mesa y deliberaciones, entre otros, con César Bona, maestro de Educación Primaria, otro nuevos integrantes del jurado. Bona alcanzó la popularidad como "el mejor profesor de España" al quedar finalista en el Global Teacher Prize, considerado el "Nobel" de la educación. Desde entonces se ha convertido un gurú de la innovación en el aula. Antes encerrarse a decidir el ganador, ambos compartieron con LA NUEVA ESPAÑA su visión sobre la educación.

-¿Cuándo llegará el prometido pacto por la educación en España?

Habla, quedo, Emilio Lledó:

-¿Pero qué hay que pactar? pero si hay unas ideas fundamentales: la libertad, la creación de personalidad, de espíritu crítico, que quiere decir "reflexionante". En Griego criticar es saber juzgar. Y no saber juzgar es una desgracia espantosa en la vida contemporánea. Sobre todo porque estamos entonteciéndonos; obturándonos, valga el verbo.

Lledó está preocupado por la progresiva pérdida de peso de las Humanidades en los programas educativos. "Hay que defenderlas porque ahora están en crisis. Y es un error garrafal. Es una ceguera por parte de los políticos, que están alimentando la idea de para qué sirven las Humanidades. ¡Pues sirven para ser humanos! Para ser hombre y mujer, para hablar, para criticar y para entender el mundo, para saber quién te manipula y de dónde vienen las informaciones que te llegan y cuáles son verdaderas". Lledó opina que en esta era digital nuestro pensamiento está descomponiéndose: "A veces te da la impresión de que vivimos en una serie de informaciones puntuales y no tenemos la horizontalidad de la reflexión, de la lectura. Estamos informados y, sin embargo, estamos silenciosos porque el silencio interior es el que brota de tu capacidad de entender y ver el mundo". Añade que "la escuela tiene que alimentar ese interés de los chicos por la lectura, por la reflexión, y liberarse hasta cierto punto del condicionamiento del mundo digital, que funciona son pequeños flashes. La reflexión y el pensamiento se alimentan no sólo en los puntos en los que te informan, sino con lo que tú eres capaz de hacer con esa información. Por eso he dicho muchas veces que la libertad de expresión es estupenda pero que lo más importante es la libertad de pensamiento. ¿Para qué queremos un imbécil que tenga libertad de expresión? Esa imbecilidad no nos interesa".

Entender el mundo e invitar a los alumnos a participar en él para transformarlo. Esa es la clave de la educación, según César Bona. "El compromiso social debería de estar en todas las aulas. Un maestro o una maestra debería de tener ese compromiso social para animar a los chicos y chicas a mirar por la ventana y que intenten mejorar el mundo en el que viven". Bona no es tan tajante como Lledó en cuanto al impacto de las tecnologías.

-¿Hay que prohibir los móviles en las aulas?

-Yo no voy a ser tan tajante al respecto. La tecnología puede ser positiva y, si tiene un uso negativo, obviamente hay que mirar qué podemos hacer para mejorar. Pero no podemos cerrar los ojos a la tecnología ni a educar en su uso responsable.

-¿Hay suficiente alfabetización digital? Muchos padres ni tienen ni idea de qué están haciendo sus hijos en sus grupos de WhatsApp?

-¿Y qué hacen los padres y madres y los docentes también con los whatsapps? La suerte que yo tengo con los niños y niñas es que les pido que sean conscientes de que cada palabra que digan, cada gesto que hagan, va a influir en las personas que tienen alrededor. Hay que hacer todo lo posible para que esa influencia sea positiva. Da igual que sea con o sin tecnología.

Bona se reivindica como maestro, o sea "alguien que te inspira en la vida".