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Un culete que supo a gloria

Halilovic festeja el gol simulando echar un culete, mientras Mascarell, Jony y Luis Hernández se felicitan. J. J.

No parece haber duda de que Halilovic ha caído con buen pie en el Sporting. Él parece el primer interesado en dejar claro hasta dónde llega su integración. Cuando, en el minuto 26 del primer tiempo, marcó su gol corrió a buscar un espacio libre mientras levantaba un dedo como pidiendo que le dejaran un momento antes de los abrazos. Tenía un plan y lo puso en acción. Se paró, levantó el brazo derecho, como si empuñara una botella y bajó la mano izquierda como si sujetara un vaso. Y de ese modo escanció, simbólicamente, su primer culete en El Molinón. Ese culete le supo a gloria a la afición y El Molinón lo compartió gozosamente porque ya se ha entregado a la magia de este crío rubio y genial, de cuya calidad el Sporting se está haciendo dependiente, porque, aunque no interviene mucho en el juego y dista de ser un gladiador, cada vez que aparece se le ve capaz de aportar algo diferente. Y si es cerca de la portería contraria, probablemente algo decisivo. Lo de ayer fue todo un muestrario selecto. En el gol inició la jugada con un gran cambio de juego y, tras la buena combinación entre Isma López y Sergio, llegó al área a tiempo para culminarla con un zurdazo perfecto. Con la zurda fue el centro que puso el balón en la cabeza de Pablo Pérez para que Kameni hiciera, como réplica, la parada del partido. Y también de la zurda salieron los dos disparos en que el larguero le devolvió el balón. El primero, en el minuto 80, cuando, tras el centro de Hugo Fraile y un desvío de Guerrero, tiró a romper. Y el segundo, en el minuto 92, cuando se llevó el balón por la banda izquierda desbordando contrarios y al final intentó un envío sutil sobre la salida del portero. E incluso cuando un minuto después a Isma López se le escapó el balón por un mal control y permitió que Kameni lo atrapara, Halilovic estaba allí al lado, solo, esperando para remachar un gol seguro.

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