Un año y tres meses después de que hiciese de intermediario con Omar Zeidán, Javier Fernández conoció a Quique Pina. Fue en el palco, donde ambos se dieron la mano y evitaron cualquier referencia a aquel episodio. Fue una relación fría, porque Javier Fernández aún tiene presente una jugada que le dejó en evidencia y a la que no encuentra explicación. Nadie sabe qué ganó Omar Zeidán con simular aquel interés en comprar el Sporting representando a supuesto grupo de inversores ingleses del que nunca se supo. Javier Fernández creyó firmemente en esta opción y, durante algunas semanas, el club estuvo completamente colapsado hasta que se cerrase el cambio de manos. Zeidán, que llegó a contratar una auditoría privada del club, desapareció sin despedirse y sin pagar a los auditores.

El esperado encuentro no se produjo hasta el palco de autoridades de Los Cármenes. Javier Fernández y Quique Pina evitaron la comida de protocolo. Por parte del Sporting, acudieron Antonio Veiga y Quini y por parte del Granada, Juan Bolera, vicepresidente, Javier Rufete, director de comunicación, y uno de los asesores de Pina.

No estaba claro si el presidente del Granada acudiría al palco. No siempre lo hace. El encuentro, en realidad, no era cómodo para ninguno de los dos. Hasta este momento, la relación entre ambos se limitaba a dos conversaciones telefónicas en las que Pina avaló a Zeidán como un comprador solvente. Tampoco se sabe qué ganó Pina con ello.

El papel más complicado le tocó al presidente Antonio Veiga, sentado entre ambos por cuestiones de protocolo. A este desplazamiento viajaron también el tercer consejero, Javier Martínez, y el abogado Ramón de Santiago.