La carrera de David como futbolista profesional fue corta, ya que llegó al primer equipo del Sporting con 22 años y siete después, tras una experiencia traumática en el Levante, decidió reincorporarse a la vida civil. Lo breve, en su caso, fue doblemente bueno porque participó de los mejores años de aquel Sporting que rozó el título de Liga y de Copa del Rey. Comprobó, además, desde el primer momento que estaba en un equipo especial, ya que debutó con un 4-1 al Atlético de Madrid y una exhibición de fútbol.

La historia de Jorge David López Fernández (Turón, 23 de abril de 1956) pudo cambiar en 1976, después de su segunda temporada en el filial del Sporting. Un exentrenador rojiblanco, Viesca, le ofreció un sitio en el Lugo, entonces en Segunda B, y David se lo pensó: "Podría haberme ido porque quedaba libre, pero firmé por dos años más". Justo al final de ese contrato llegó, por fin, su hora: "Al final de la temporada 1977-78 ya jugué algún amistoso y me dijeron que en la siguiente estaría con el primer equipo".

No obstante, hace poco supo que ese ascenso estuvo en el aire: "El Sporting quería fichar a Prohaska, un centrocampista austriaco del que se hablaba mucho por el mundial que había hecho en Argentina. Pero su club pidió demasiado dinero y Miera decidió apostar por mí". Lo hizo con tanta convicción que, desde la pretemporada, el turonés fue titular fijo en un equipo que acababa de lograr su primera clasificación para la Copa de la UEFA. "No esperaba que me diera la oportunidad tan pronto. Pero ya en verano, Miera me dio mucha bola y se preocupó por mí".

David prefirió no hacerse ilusiones: "Jugué como titular en el torneo de La Línea, en el de Luarca y, sobre todo, en el Costa Verde, la semana antes de empezar la Liga, pero no sabía si Miera quería ver cómo me desenvolvía". Salió de dudas muy pronto porque el 2 de septiembre de 1978, en la primera jornada de Liga, en El Molinón y ante un rival de lujo, el Atlético de Madrid, el turonés vio su nombre en la alineación: "No me acuerdo cómo me enteré. Supongo que sería en la charla previa, en la concentración en el hotel Príncipe de Asturias. Lo que sí sé es que no me puse nervioso. Eso lo llevé siempre bien".

Tampoco le impresionó el ambiente de un Molinón lleno y que se empezaba a acostumbrar a los éxitos de un equipo que había pasado en dos años de Segunda División a la UEFA. "Además, a la gente de la casa siempre nos exigían más. Un fallo o dos y ya estaban protestando. No valoraban aquel equipo". Como contrapartida, David destaca el apoyo de sus compañeros, "especialmente de Javier Uría, que además era mi compañero de habitación".

En la grada sí tenía, al menos, un fan incondicional: "Mi padre ya iba a verme siempre cuando jugaba en el filial. Yo creo que mi madre no me vio jugar nunca porque se ponía muy nerviosa. Y cuando era pequeño, si suspendía, me quitaban el fútbol". No recuerda lo que le dijo su padre tras el debut, pero sí que disfrutó mucho durante aquellos 90 minutos. Incluso al descanso, cuando el Atlético ganaba 0-1. "Estábamos tranquilos, convencidos de que lo sacábamos adelante". Y lo hicieron a lo grande: un gol de Rezza en el minuto 46, dos de Quini (50 y 55) y Ferrero (65).

Personalmente, David se sintió cómodo: "Jugaba exactamente igual como el último año del filial. Bajaba mucho a recibir e intentaba mover el balón rápido porque a cualquiera que lo pasara significaba peligro. Recibí muchas felicitaciones. Quizá la gente no esperaba que diera tan buen rendimiento en el primer partido, pero es que jugó bien todo el equipo. Era lo que me preocupaba, nunca me fijé mucho en mí".

Tras una buena primera temporada, en la que jugó 15 partidos de Liga, David se consolidó en la 1979-80, con 32 presencias en el equipo. Una lesión en los Juegos Olímpicos de Moscú condicionó la siguiente campaña y la llegada de Vujadin Boskov al banquillo empezó a mostrarle la puerta de salida: "En 1984 Novoa me convenció para que me quedase y después no me puso. Así que cuando acabó la temporada me marché, muy quemado".

Su idea era dejar el fútbol, pero su amigo Pablo, un turonés que había jugado en el Valencia, le convenció para que le acompañase en el Levante, entonces en Segunda B: "Cambiamos siete veces de entrenador y bajamos a Tercera. Se me hizo largo porque tenía muchas ganas de dejarlo". Le llegó una oferta de Carrete para jugar en la Cultural Leonesa, pero el fútbol para David ya era un buen recuerdo. Como el de su debut, o sus goles en Primera: "Me confundí dos veces, pero fue nada menos que en San Mamés, a Iríbar, y en el Bernabeu".