"It's my life. It's now or never". Bon Jovi

Hace jornadas que la apatía se instaló en Mareo para atraer a los jugadores. Ellos, inmersos en un bucle de derrotas, dolor y más que posible descenso, se han dejado engatusar. Suele pasar cuando el guía es el primero en elaborar un discurso de cara a la galería y plasmar otro sobre el fango en el que se ha convertido el césped de El Molinón y 'los campos de España'. Un fango que parece atrapar a los jugadores cuando se disponen a plantar cara al rival. Como si no supieran, como si no valieran, com si no lo hubieran hecho antes ya... Y es que no hay verdad más absoluta que aquel que osa en olvidar su historia está condenado a repetirla. En los despachos de la Escuela de Fútbol de Mareo se ha pulsado demasiadas veces el botón 'reset' y les ha funcionado, porque es tan culpable quien hace el mal como el que espera a que la tempestad azote en su hábitat para combatirla.

Mañana saldrán de nuevo de las trincheras e irán a la batalla, a pesar de que la guerra dicen que está ya claramente decantada por un bando. Acudirán a la cita con hambre de victoria y, probablemente, con miedo a la muerte. Es lógico. Han perdido a demasiados compañeros y considerables 'peleas' en el camino. Y delante estará un auténtico depredador que a veces se vale por sí solo y otras encuentra ayuda externa en otras 'potencias', contra ello los humildes soldados rojiblancos poco pueden hacer. Y más aun si deciden salir con la apatía por bandera, el alma hecho trizas y el corazón en un puño. Han de elaborar un plan conjuntamente, tanto los que salgan a cara descubierta como los que esperen su momento en la retaguardia, en el que la 'sorpresa' sea la mayor virtud. Una sorpresa que envuelve lo que la afición pide: sentimiento al rojiblanco vivo, alma y fe. Si unes en una misma mezcla cabeza y corazón es poco probable que salga mal. Que el once no sea de gala, sino de garantías, también es importante. Y que la orden sea única y estricta: ganar, ganar y volver a ganar.

Si sales así, 'los tuyos' siempre te mostrarán su respeto y su respaldo, que esa siempre será tu mayor victoria. Y es que si algo no perdona un fiel es que se claudique antes de tiempo, porque esa es señal de auténtica cobardía. La derrota es temporal, pasajera, remediable, pero la actitud ha de ser siempre intachable, como no fue en Anoeta. Revivan sus laureles y siempre hacia adelante. Su fe nunca decaiga, no deben desmayar. Ustedes vayan a la lucha, que detrás está una marea que les protegerá siempre y cuando den el 'do' de pecho.

En pie: aseguren que su fe esté a prueba de balas (y goles), la convicción de victoria intacta y mantengan el alma como protagonista, así como permítanse que los sentimientos estén a flor de piel. Que la sangre derramada sea blanca y que ondee la bandera rojiblanca.