Y de nuevo no pudo ser: el Sporting de Herrera por tercera vez en lo que va de temporada es incapaz de sacar algo positivo cuando su rival se pone por delante en el marcador. Había ocurrido en Soria y Pamplona y ha vuelto a suceder en Reus. Sólo que el Reus por mucho que vista como el Milan para nada es el Milan; ni tan siquiera es el Numancia o el Osasuna. Por eso la derrota ante un equipo tan modesto como es este Reus (con todos los respetos que queramos ponerle al asunto), duele más si cabe. Y no digamos ya cuando el juego desplegado por el equipo que llegaba con la aspiración de encaramarse al liderato de la categoría, deja mucho que desear.

Ahora habrá quien recurra como excusa al diluvio que durante buena parte del partido cayó sobre el Estadio Municipal de Reus y que provocó que en algunas partes del césped, el balón no corriese como hubiera sido lo deseable. Se puede aceptar que este tipo de situaciones beneficia teóricamente al rival más débil; pero aun así, resultaría un tanto chocante que un equipo asturiano encontrase en la lluvia la razón para un partido con tanta sequía sin embargo en cuanto a ideas de juego se refiere.

Ya de entrada, la alineación de Herrera sorprendió a más de uno por su insistencia con Viguera en el once titular y la ubicación de éste sobre el campo. De igual manera, la vuelta de Canella a ese once en detrimento de Isma, transmitió sobre el papel una idea de un Sporting con más aspiraciones defensivas que ofensivas.

Si la primera parte no fue buena en líneas generales, con apenas ocasiones y con un par de despistes por parte de la defensa rojiblanca que pudieron costarle un serio disgusto al Sporting, la segunda fue aún peor.

Pero como suele ocurrir en partidos malos de solemnidad como este, siempre hay una acción que deja esa eterna duda de "¿qué hubiera pasado?". Esa acción fue la que tuvo en sus botas Santos en un mano a mano con el guardameta local, y que el jugador uruguayo marró de forma imperdonable, pecando de precipitación al disparar a las manos del portero desde muy lejos, cuando lo más lógico hubiera sido apurar la jugada para asegurar así el tiro. Una jugada que un nueve puro no puede permitirse el lujo de desperdiciar con un cero a cero en el marcador. Sería ahora muy ventajista afirmar que Scepovic no lo hubiera hecho. Tan ventajista como lícito pensarlo.

Y de un error imperdonable a una falta innecesaria y absurda de Barba. La posición del balón frente a la frontal del área, era ideal para un buen lanzador como demostró ser Gus Guedes. El portugués nacionalizado brasileño colocó el balón en la misma escuadra para que Mariño ni se molestara en intentar lo imposible.

De ahí al final del encuentro, tal y como ocurriera en las dos anteriores derrotas fuera de El Molinón, apenas sucedió nada reseñable. Un remate acrobático de Santos y poco más que contar. Porque también tal y como aconteciera no ya en las dos anteriores derrotas, sino en los últimos partidos, los cambios realizados por Herrera no aportaron solución alguna. Resulta muy preocupante la nula capacidad de reacción que demuestra este Sporting cada vez que encaja un gol.

Y es que llevamos trece jornadas y nunca el Sporting de Herrera ha sido capaz de sobreponerse a un tanto encajado por sus rivales. El dato es el que es y convendría analizarlo: cuando el Sporting ha recibido un gol nunca ha conseguido después marcar otro. Un simple gol que le pudiese dar la victoria cuando le empataban (casos de Oviedo, Huesca o Rayo) o que le acercarse al empate cuando se le adelantaban en el marcador (Numancia, Osasuna y Reus).

Ha dicho Herrera en la rueda de prensa posterior al partido que la derrota no es justa. Puede que lleve razón si nos atenemos a las estadísticas y a lo ofrecido por unos y otros sobre el campo. Pero con lo veterano que es, debería saber que en el fútbol la justicia la dan los goles. Y que no conviene dejarlos sentados en el banquillo.

No queda sino esperar a ver cómo concluye la jornada para ver cómo afecta esta derrota en lo que a la clasificación se refiere. En los cinco partidos disputados hasta ahora, se han marcado únicamente siete goles y ningún equipo ha sido capaz de perforar la portería en más de una ocasión. Tres victorias por la mínima y dos empates a uno. Prueba inequívoca de la igualdad que impera en esta categoría, pero que no puede servir de excusa para equipos como el Sporting.

Ya quisieran muchos de nuestros rivales ver en sus estadios a más de 20 mil personas como las que seguro acudirán en las dos próximas citas en El Molinón, frente a Valladolid y Cádiz. Sin ir más lejos lo de hoy en Reus, más allá de las condiciones climatológicas adversas, parecía poco menos que un partido a puerta cerrada.

Después de esta derrota, urge retomar cuanto antes la senda de la victoria. ¿Será para ello capaz el Sporting de conseguir que estos próximos seis puntos en disputa a la vera del Piles se queden en Gijón? ¿Tendrá para ello quizás Herrera algún as guardado en su manga? ¿Y pudiera estar ese as estar en el filial? Porque dicen que en los partidos de Mareo a los que Herrera acude como espectador de excepción se le ve muy atento a cuanto acontece sobre el césped. Eso dicen, aunque a alguno luego le cueste creerlo viendo las oportunidades que se dan a unos y otros.

Post Scriptum: si las alineaciones y convocatorias a veces pueden esconder lo que ocurre no sólo en los entrenamientos, sino también en el vestuario de puertas para adentro, además de sobre la suplencia de Scepovic, ¿qué podríamos decir también de la nueva ausencia de Pablo Pérez en la convocatoria? ¿O de la vuelta de Rachid a la misma?