Gerardo Menéndez Fano, fundador de Sidra Menéndez en los años cuarenta, cuando la empresa se conocía con el nombre de Gerardo Quintana, seguro que era de los que aceptaban que la sidra pasa mal el puerto Pajares. Aún hoy hay quien lo cree, pese a las pruebas científicas en contra. Los nietos de Gerardo saben que la sidra supera la altura del puerto y ocho kilómetros verticales más porque venden en Nueva York. En Eleven Madison Park, proclamado el mejor restaurante del mundo de 2017 por la lista de los 50 óptimos de la revista "Restaurant", incluyen en su carta de bebidas (que trae mucho para leer en sus 183 páginas), la sidra Val d'Ornón, acogida a la Denominación de Origen Protegida Sidra de Asturias.

Si un jueves de estos se acerca usted a la manhattaniana Union Square y le apetece una botella de sidra, acérquese al elegante edificio art decó donde cocina el suizo-americano Daniel Humm (que empezó en los fogones a los 14 años y ganó su primera estrella a los 24) y pida una botellina. Vale 45 dólares. Son entre siete y pico y nueve euros el culín. ¿Quién dice que la sidra pasa mal Pajares? Lo pasa bien, pero sube bastante.