Para cuatro decenas de profesionales de la salud que prestaron servicio los últimos años en la comarca se acabó el vértigo de trabajar con la tensión que siempre supone saber que tienen en sus manos la vida de los demás. Y si no es la vida en sentido literal, al menos la calidad de vida, que no es poco. Desde ya mismo, mi sincero reconocimiento y el deseo de que ahora disfruten de su merecida jubilación. La sanidad pública, y creo que existe un amplio consenso al respecto, es una de las instituciones que más valoramos los españoles y que mejor resiste la prueba comparativa del algodón con cualquier otro país de nuestro entorno. Cierto que está amenazada por los recortes, como todo lo público desde hace unos años, pero incluso tras haber sufridos crueles tijeretazos transmite confianza y seguridad. Estoy convencido de que esto se debe en buena medida al quehacer y compromiso diario de personas como las que ahora se jubilan.